IDEOLOGÍAS

 

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  1. Resultan muy preocupantes las ilusiones cegadoras que las ideologías pueden hacer germinar en la conciencia de las personas. A comienzos de los ochenta las élites de la cultura y de la intelectualidad española –y tras ellas muchos ciudadanos de a pie—no cesaban de alabar el comunismo soviético o el chino. Sartre y Foucault entonaban cánticos a Mao, “el Gran Timonel”, y a su “Revolución cultural”. Foucault también se enardecía de satisfacción con el Ayatolá Jomeini  y la revolución teocrática de Irán. Pablo Neruda dedicó unos encendidos versos a la figura de Stalin. Hoy sabemos que la Revolución cultural china y su “Gran Salto Adelante” dejaron 40 millones de muertos de hambre y cientos de miles de fusilados. Que Stalin dejó morir de hambre a seis millones de ucranianos e hizo desaparecer casi 50 millones de rusos, y ya sabemos lo que ha producido la revolución de los ayatolás en Irán.
  2. Ante cualquier publicación que pusiera en cuestión el comunismo en la URSS o en China, toda esa caterva de ideólogos se lanzaban al cuello del autor como lobos sedientos de sangre. Tal fue el caso con el Archipiélago Gulag, de Alexander Sochevisky. Un escritor, entonces afamado, llego a escribir que en caso de no existir tales campos de concentración deberían crearse para meter en ellos a toda esa “basura” que critica la URSS. Pero tal caterva iba en muchos casos más allá, y justificaban el terror de las matanzas dichas como actos necesarios para la revolución.
  3. Porque tal es otro aspecto de las ideologías: se santifican las revoluciones que se hacen en su nombre. La revolución ante todo y sobre todo. Cualquier sacrificio es poco para seguir adelante con la revolución. Millones de muertos, represión como nunca se había dado en la historia de la humanidad, naciones subyugadas y encadenadas a sus pies. Lo único importante era el dios Revolución. Una absoluta miseria física y moral se hallaba escondida tras el llamado Telón de Acero, el muro de espinos con que la URSS aprisionaba a Polonia, Rumanía, Alemania del Este, Checoeslovaquia. Todo eso era ocultado por la caterva cultural e intelectual europea. Se nos hacía creer que detrás del Telón se ocultaba el Paraíso Terrenal.
  4. Lo peligroso de las ideologías no es que quien se guía por ellas renuncie a tener su propio criterio o que abdique de su propio juicio para conocer la verdad y delegue éste en sus comunicadores ideológicos, lo cual nos resulta ciertamente nauseabundo, no; que uno se convierta un poco más que ganado al que se conduce mansamente por la senda de la vida no es lo más peligroso, no; lo más peligroso es que quien “es” de una ideología puede ser conducido a cometer las abominaciones más espantosas o a aceptar éstas con contento, o simplemente que no las vea porque la luz de la ideología deja la realidad entre sombras.
  5. Al adquirir una ideología se pone uno unos anteojos monocromáticos y unas grandes orejeras. Los anteojos impiden ver la realidad o hacen que se vea deformada y de un color especial; las orejeras, como aquellas que se les ponía antiguamente a los mulos y a las burras, sirven para impedir que el sujeto mire a sitio distinto de donde le indican. En nada se diferencia el fanatismo ideológico del religioso.
  6. mao

2 comentarios en “IDEOLOGÍAS

  1. Yo viví esa época a la que te refieres, en la que los países comunistas eran tratados de paraísos intelectuales donde la verdad y la justicia reinaban a sus anchas.
    Luego, cuando se fue descubriendo lo que había creado el marxismo, unos siguieron negando la evidencia y otros la atribuyeron a pequeños fallos en la aplicación correcta de la ideología marxista.
    Y la mayoría se pasaron al izquierdismo perroflautico, al odio contra la cultura occidental, contra el capitalismo y a favor de todo lo que supone un peligro cierto para nuestra supervivencia, como es la invasión a la que estamos sometidos.
    Esta gente odia por sistema, necesita tener a alguien a quien odiar, y si no les sirven unos, se buscan otros.
    Lo importante es tener un enemigo al que abatir, sin importarles las consecuencias, porque el placer de hacer daño a su rival les compensa cualquier otra desgracia que se les venga encima.
    Saludos.

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    • Negar la evidencia, la teoría de los errores (cada uno de estos mesías piensa que sí él tomase el mando produciría un socialismo fetén, de perfecto amor y armonía), y también echar la culpa al demonio capitalista norteamericano, que es culpable de todo lo malo que pasa en el mundo. Si tuvieran dos dedos de frente agradecerían a los EEUU que nos salvaran a los europeos de las garras del nazismo y del comunismo de la URSS, además de proporcionar para nuestra comodidad y riqueza todos los avances tecnológicos del siglo XX, pero la neurona del odio mata al resto de neuronas del cerebro de mucha gente. Y, como dices, esa neurona solo se dedica a atacar al «enemigo».
      Saludos

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