EL GRAN CAMBIO DE RUMBO DE EUROPA: 2030

¿Por qué llegan tantos inmigrantes a Europa? ¿Por qué se quiere imponer a la sociedad de Occidente una denominada Agenda 2030 a espaldas de la gente y de la democracia?¿Cuál es la razón de que se estén destruyendo paulatinamente los valores que regían en nuestras sociedades? ¿Por qué se implementan políticas sociales que parecen esbozadas por dementes? Miremos, desde sus orígenes, cómo se ha ido gestando todo este cambio.

El enorme flujo migratorio hacia Europa, singularmente hacia España, solo limitado por el temor de los gobernantes a que la población autóctona reaccione en su contra sin estar del todo maniatada, no tiene como principal objetivo el disponer de una mano de obra barata. Tampoco se debe a una supuesta mentalidad compasiva de las gentes hacia quienes, debido a sus míseras condiciones de vida, aparecen en nuestras fronteras en busca de mejores condiciones de vida. Tal compasión —tal clamor de la conciencia occidental, cual gimoteo que pretende justificar, sin visión de futuro alguna, el acoger a todo necesitado que llegue a nuestras puertas—ha sido grabada a fuego en la conciencia de las gentes mediante un despliegue de propaganda infinito. Pero no es la compasión quien trae la inmigración, sino que es tan solo un medio de ayuda para otro fin. Y tal fin se empezó a diseñar hace ya casi cien años.

En las últimas páginas de uno de sus libros más célebres, Marcuse señala quiénes serán las nuevas vanguardias revolucionarias: “Los proscritos y los extraños, los explotados y los perseguidos de otras razas y otros colores, los parados y los que no pueden ser empleados”. Estos nuevos ‘Bienaventurados’ nombrados en el Sermón de la Montaña, son para Marcuse y serán para el Socialismo del siglo XXI los nuevos proletarios a rescatar de las garras de la bestia del Capitalismo.

Pero, bien, antes de seguir por esta vereda, echaremos un vistazo a lo voluble, volátil e insustancial que son muchas de las ideas que han triunfado a lo largo de la historia y que adquirieron enorme potencia en los corazones de las gentes.

Bien es cierto que las ideas acerca de la relación social ni son buenas ni son malas per se, sino por el efecto social que producen. La mayoría de las que adquirieron un gran relieve social y las que con mayor pasión arrastraron a las masas, concluyeron en desastres inmensos. Basta con nombrar al Comunismo y al Fascismo para percatarse de lo que digo. La historia nos muestra que algunos hombres de talento se amarraron a una idea como se amarra el náufrago a una tabla de salvación en su afán por sobrevivir, sin que les importe el material o las características de la tabla (siempre que una idea o creencia echa raíces profundas en la conciencia, pasa a dominar ésta).

Dos personas del talento de Karl Marx y de Herbert Marcuse se agarraron a la tabla de salvación del socialismo. Su ‘supervivencia’, el deseo de ser conductor de masas, de pregonar su visión redentora, de ser el mesías del pueblo elegido y de ser venerado, se cifraba en ello, en la idea del socialismo, sentida como una revelación (el linaje de ambos es judío, y todas sus ideas están imbuidas de judaísmo religioso). Poco importaba el material de construcción de la tabla, poco importaba a quién liberaría el socialismo, poco importaba el Pueblo Elegido. Para Marx, el proletariado, para Marcuse, los proscritos, los sin patria…Lo importante era la idea del socialismo, esa idea que les engrandecería a ellos, que les colocaría en un altar. Tampoco les importó mucho la falta de concordancia entre su prédica redentora y sus hechos, ni tampoco la falta de claridad y coherencia que se desprende de sus escritos. Marx dilapidó la fortuna de su mujer, exprimió la cartera de Engels, tres de sus hijas murieron de miseria y…siempre se negó a tener un trabajo remunerado para mantener a su familia (de haberlo hecho, hubiera experimentado ese cacofónico canto de cisne llamado alienación que, como goma de mascar sin sabor alguno, estirándolo convenientemente, se ha tratado de explicar el sufrimiento del pueblo sometido). Marcuse predicaba el socialismo, pero vivía a cuerpo de rey en la soleada California, adorado por la juventud estudiantil, al tiempo que no paraba de lanzar diatribas contra el capitalismo.

La tabla de salvación socialista ha sido también el vehículo que han tomado innumerables intelectuales deshonestos. Su falta de razones y de argumentos hace pensar que hubiesen defendido una idea antagónica con el mismo descaro con que defendieron ésta. Bueno, en fin, para no alargarme, el caso es que arrastraron hacia esas ideas a otros aprendices de mesías hasta lograr que, cuando el comunismo era dado por muerto, fuese resucitado por los nuevos aspirantes mesiánicos. Solo hubo que cambiar las tribus a redimir de este valle de lágrimas, cambiar el material de las tablas de salvación, cambiar de Pueblo Elegido. Cambiar el Proletariado por ecologistas, feministas, animalistas, proscritos, emigrantes…

Cierto es que el futuro de ese nuevo socialismo no parecía muy halagüeño. Cuba, Venezuela, Corea del Norte, no parecían buenos ejemplos a seguir. Sin embargo, a principios del siglo XXI surgieron nuevas élites y nuevas alianzas se constituyeron. Por un lado, las grandes fortunas globalistas y las nuevas fortunas tecnológicas nacidas con las empresas Google, Apple, Microsoft, Amazon, Pay Pal, Facebook… pactaron entre ellos y pactaron con el ecologismo, el feminismo, el nuevo socialismo…¿Para qué enfrentarnos contra otros? Resulta más ventajoso repartir el pastel del dinero y del poder sobre las masas. Los mesías rojos mantendrían los rebaños callados y sumisos, y, a cambio de concesiones, tendrían a las huestes del ultra feminismo y del ultra ecologismo como sans-culottes a su servicio. Tales concesiones consistieron en cientos de miles de cargos bien remunerados, sin apenas otra función o responsabilidad que acogotar a la población con prohibiciones de todo tipo, así como y linchar socialmente al discrepante.

De todo ello se desprende que, junto a estos nuevos socios, el inmigrante sea la gran arma —de las élites y del socialismo del siglo XXI— para destruir las democracias y el capitalismo tal como lo conocemos. Una gran obra de ingeniería social. Ahora se explica uno porque a los inmigrantes, sobre todo los musulmanes, se les dicta “crecer y multiplicaros”, con subvenciones especiales para ellos, mientras que a los de origen europeo se les conmina a no tener hijos. Se trata de aportar una población pobre y poco amante de la democracia, a la par que más manejable. No en vano se nos promete que “no tendremos nada y seremos felices”, es decir, seremos pobres y esclavos de unos poderes que prescinden de la representatividad democrática.

Pero para que la alianza señalada pueda crear instituciones que acaben con las libertades y derechos, resulta del todo necesario transformar de arriba abajo los fundamentos sociales: hacer desaparecer la moral establecida, aniquilar los héroes del pasado, cambiar los valores, establecer socialmente lo que es verdad y lo que es mentira, destruir la familia, el matrimonio…Y para ello se implementa la Agenda 2030 y se prepara la 2030-2050. Así se logrará la transformación dicha. Por ejemplo, en España, PSOE y PP pasan a ser lo mismo, dos bandas cuyos dirigentes buscan su trozo de pastel a toda prisa.

¿Qué tendremos en el 2030? Los tecnócratas manejarán todos los asuntos de Occidente bajo la supervisión de las élites. A semejanza de la Edad Media, un nuevo feudalismo tendrá lugar en todos los ámbitos de la sociedad. En palabras de Varoufakis, el antiguo ministro de economía griego, se produce ya un tecnofeudalismo: los grandes fondos tecnológicos se han convertido en rentistas; reciben un porcentaje de las ganancias de las empresas que hacen de desarrolladoras externas de Apple, Google etc. Pero tal feudalismo tendrá muchas más semejanzas con el de la Edad Media europea. La nueva nobleza está formada por las élites de poder; su alto clero son los nuevos mesías rojos; el bajo clero se forma con los propagandistas de los medios y demás cortesanos; aparece un nuevo dios, el Planeta; y, como en aquella época los heterodoxos son quemados en la hoguera del ostracismo y de la cancelación; una nueva Apocalipsis, la climática; y una censura total a toda blasfemia contra la nueva religión.