





Cinco ciegos y un sordo
Asegura la leyenda que un ciego recorría la Hélade recitando las aventuras de Aquiles y Ulises. Éste de quien hablo, poeta, cantor, excelso narrador de avatares y maquinaciones de dioses y hombres, en suma, Homero, legó a las generaciones venideras dos de los grandes motivos de felicidad de los hombres, la Odisea y la Ilíada. La Historia nos recuerda otros ciegos que crearon obras maravillosas. John Milton, James Joyce y Borges son tres de los más relevantes. Sus mejores obras nacieron cuando ya habían perdido la vista o cuando las tinieblas les acechaban. El Paraíso perdido, de Milton, Finnegans Wake, de Joyce, y Ficciones, de Borges, quizás sus mejores obras, fueron escritas en una casi absoluta oscuridad.
Todas las obras mencionadas fueron obras capitales y revolucionarias. La literatura no será la misma después de ellas. Sin obviar la influencia ejercida por la dolorosa existencia que padecieron todos ellos, parece que la soledad, la introspección, el aislamiento que procura la ceguera, les hubiera habilitado para labrar un camino hacia la belleza. Como si al evitar que les entretuviera la visión de las cosas, sus voces interiores entrasen en agitación y sabiamente creasen una consistente y bella urdimbre. En apoyo a esta interpretación acude la leyenda que habla de otro excelso griego, Demócrito de Abdera, quien se sacó los ojos para que la belleza del mundo no le distrajera.
Debo añadir un sordo a este listado de ciegos; al fin y al cabo tiene parangón perder la vista y perder el oído. El divino sordo al que me refiero no es otro que Beethoven, tras del cual, la música no sería ya la misma.
Me contaba mi abuelo el antiguo peregrinar de algunos invidentes por los pueblos de España. A cambio de unas monedas o de algún chusco de pan, esparcían con gracia y pedagogía las que se conocieron como Coplas del ciego. La ceguera parece ser un recipiente donde se adoban las palabras y se destilan los pensamientos. Tengo por seguro que muchos, a cambio de obtener gracia artística, ofrecerían gustosos su vista…, esa gracia que los ciegos y el sordo nombrados adquirieron.
Cuatro farsantes
El ex Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, predijo en 2009 que para el 2014 se habrían derretido los casquetes polares, sin embargo, el de la Antártida ha aumentado y el del Ártico sigue ahí siete años después de la imaginada apocalipsis. Es de suponer que, dada su posición como senador, poseía datos fehacientes del clima, por lo que podemos afirmar que, descaradamente, mintió con el propósito de producir alarma social. Como «premio» el presidente Biden lo ha nombrado Embajador especial para el Cambio Climático.
Sobre el Cambio Climático planea la sombra del Climategate. Varios hackers destaparon en noviembre de 2009 cientos de emails de investigadores del Cambio Climático en que se conjuraban para ajustar gráficos y datos, o para eludir la entrega de datos que pusieran en duda la gravedad de tal cambio, o para tratar de impedir que científicos críticos pudieran publicar en revistas científicas. En el centro de la conjura estaba el Climatic Research Unit (CRU), de la Universidad de East Anglia, con su director Phil Jones, que tuvo que dimitir. La maniobras para crear alarmismo y recibir a cambio sustanciosos recursos para la investigación, parece ser una labor no muy rara. El mismo Phil Jones ha sido también acusado de fraude científico por ocultar datos sobre el efecto de las ciudades en el aumento de temperatura.
El gurú climático de Al Gore y su Una verdad incómoda fue el profesor Michael Mann, de la Universidad Estatal de Kent y famoso por su “diagrama del palo de hockey[1]” en relación al Cambio Climático. El Dr. Timothy Francis Ball, antiguo profesor en el Departamento de Geografía de la Universidad de Winnipeg en Canadá dijo que una entrevista que la IPCC, desde su creación, venía manipulando los datos climáticos para llegar a los resultados deseados, y en el saco de la manipulación metía el “palo de hockey” de Michael Mann. La respuesta de Mann fue una demanda por difamación y calumnias. La demanda, con varios millones de dólares en litigio se inició en 2011 y llegó hasta la Corte Suprema de la Columbia Británica. La corte pidió a Michael Mann que mostrase su investigación científica, pero éste se negó (extraña forma de defender su “verdad incómoda”, el Pan Nuestro del Cambio Climático), lo que le costó perder el juicio y tener que pagar una buena suma de dinero. El Tribunal concluyó con que los datos del “palo de hockey” habían sido manipulados y falsificados. Ahora bien, a Al Gore “el palo de hockey” le fue estupendamente. Yendo con su yet privado de aquí para allá cobrando una tarifa de 70.000 euros por conferencia, paso de declarar a la Hacienda Norteamericana 700.000 dólares en el año 2000, a 172,5 millones en el año 2015. Hoy en día es uno de los personajes con más poder en Davos, la ONU y el Club de Roma. ¡FARSANTES AL PODER!
[1] El diagrama del palo de hockey aseguraba que las temperaturas habían permanecido bastante inamovibles durante los últimos mil años, y que al llegar el siglo XX la temperatura media sufrió un súbito aumento. El resultado se asemejaría a un palo de hockey en posición horizontal.