Los motivos navideños

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He de advertir que la religiosidad no hizo mella en mí más allá de la época de mis once años. Pero entiendo que la religión es una cosa muy seria. La persona religiosa no solo asume esperanzas, temores, misterios y un extraordinario orden explicativo de la realidad, sino que también se somete a un rígido código ético que la sirve de guía para su conducta.

Sin embargo, no teman, no voy a hablar de religión, sino de representación religiosa, o, más exactamente, de ritualidad pagana envuelta en manto religioso. Hablo de procesiones, bodas, bautizos, comuniones, villancicos, romerías, belenes, hermandades de santos, misas del gallo, adoraciones marianas, Reyes Magos, nacimientos divinos y un larguísimo etcétera de ritos y manifestaciones populares tan antiguos como la humanidad pero que el cristianismo ha hecho suyos como si los hubiera creado.

La importancia que estas manifestaciones tienen para el pueblo es tremenda. No solo les aporta esperanzas, regocijo, alegres preparaciones, dedicación entusiasta, festejo, comunidad, confraternización, afecto, gozosa espera, sino que también les pone hitos de esperanza al trascurso de los meses, y se guarda en la memoria como algo cálido, como ilusión indispensable para soportar las tensiones diarias de la vida. Los ritos engalanan y hacen resplandecer nuestras vidas.

Tienen tal sentido psicológico para el individuo, que llevan repitiéndose desde hace más de 12.000 años, desde los comienzos de la agricultura, aunque los dioses a quienes se celebra hayan cambiado con el tiempo y los ritos sean menos sentidos ahora. Para que se entienda bien a qué me refiero, sirva el ejemplo de que las rogativas a los santos y las procesiones y las romerías a ermitas situadas en los parajes más elevados, son en esencia las mismas rogativas que se hacían a los antiguos dioses, y las procesiones y romerías son las mismas, y las ermitas se hallan situadas en los mismos santuarios paganos a los que acudían las gentes de la antigüedad.

Por estas razones, uno se pregunta si es que la memez se ha extendido a esos nuevos personajes políticos que ahora quieren acabar con estas tradiciones, o bien, si es que son tan desgraciados que solo lo pretenden por odio.  Estábamos acostumbrados a la estulticia de Zapatero, que un día se levantaba de buen pie y hacía ministra a una folclórica, y otro día se quedaba dormido en una sesión de la ONU a la vista de todas las cámaras. Pero, en estulticia o en odio, estos que en Sevilla quieren acabar con las procesiones de Semana Santa, que en Zaragoza impiden que se adornen las calles con motivos navideños o que en Valencia se niegan a que San José y el Niño desfilen en carroza, estos, digo, no le van a la zaga.

En estos días se conmemora el supuesto nacimiento de un dios, y se le representa niño y pobre y desvalido. Sin embargo, este nacimiento de un dios en el solsticio de invierno no es nuevo. Es la fecha de nacimiento de muchos dioses antiguos, entre ellos Mitra, el preferido de las milicias romanas. Esta fiesta de Navidad se corresponde con las saturnales en Roma, que celebraba a Mitra o al Sol Invicto,  pero tienen precedente en las brumales instituidas por Rómulo –el legendario fundador de Roma—en honor del dios Baco, es decir, el Dionisos griego.

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Aunque, en realidad, la conmemoración es mucho más antigua aunque con significado psicológico distinto. Las primeras manifestaciones religiosas de las que tenemos conocimiento tratan de la fertilidad vegetal y animal, y santifican los equinoccios y los solsticios. La referencia escrita más antigua es de hace 5.000 años y se hizo en Mesopotamia (la actual Irak) sobre tablillas de barro cocido. Se ha dado en llamar El descenso de Inanna a los infiernos, y cuenta las peripecias de esa diosa y de su esposo Dumuzi (que se corresponden más adelante con la diosa acadia Isthar y su esposo Tammuz). La diosa desciende a los infiernos pero queda atrapada, y para liberarse obliga a que su esposo descienda a los avernos y permanezca allí durante seis meses. Mientras se encuentra en el infierno, la reproducción animal y vegetal queda detenida.

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El equivalente en el antiguo Egipto son la diosa Isis y su marido Osiris, que muere y resucita, y que también simbolizan las fuerzas de la fertilidad y el crecimiento. El culto a Isis se extendió de la mano de los griegos a toda el área mediterránea, y todavía es posible reconocerlo en muchas de las representaciones populares en España. Curiosamente, la diosa Isis inspiró el culto a la Virgen María. Las primeras representaciones del cristianismo copto en Egipto corresponden a Isis amamantando a su hijo Horus, imagen que se trasladó después a María la virgen y al niño Jesús.

Isis

Por cierto, María es considerada virgen por un error de traducción del hebreo del Antiguo Testamento al griego. En el anuncio que se hace del mesías que vendrá, y refiriéndose  a la madre, la palabra ‘joven’ es traducida como ‘moza’ o ‘doncella’. Por un error de traducción, María, madre de Jesús, pasa a ser virgen después de haber parido.

VANIDAD

VANIDAD. TODO ES VANIDAD, Eclesiastés

 

El surrealista André Bretón lanzó en 1933 la frase: “le acto surrealista más simple consiste en salir a la calle empuñando un revólver y disparar al azar contra la multitud”. Más tarde ingresó en el partido comunista.

También Pablo Picasso se afilió al comunismo. Una de sus ex mujeres nos informó que estando un día Picasso sentado sobre un enorme baúl en donde guardaba su dinero, ya que no se fiaba de los Bancos, recibió la visita de un miembro del partido en demanda de dinero para ‘la causa’. Picasso se lo negó alegando que vivía en la miseria, y sin levantar un ápice sus posaderas del baúl.

Rimbaud, el visionario, el gran poeta, el gran maldito, el gran rebelde, se descubre en unas cartas a un amigo hablando de su dinero.  Un dinero que quiere ver “bien invertido y que rinda con regularidad”. Llevaba 8 kg de oro en su cinturón, del que no se separaba ni para dormir. Ya cercano a la muerte, exclama: “¡Qué desgraciado soy, llevo dinero encima que no puedo siquiera vigilar!”

Quien mostró verdadera pasión por el dinero fue el gran escritor catalán Josep Pla. Cuando el 24 de abril de 1974 se produjo en Portugal la Revolución de los claveles y cayó el régimen de Marcelo Caetano, Pla se despachó a sus anchas contra los revolucionarios y las revoluciones. Guardaba sus ahorros en bancos portugueses, en la convicción de que estarían más seguros que en los bancos españoles con Franco ya en franca decadencia física.

El Eclesiastés dice que “todo es vanidad”. Y estupidez, yo añado.

 

CONTINUIDAD

 

Resulta curiosa la continuidad de comportamientos de los partidarios del Igualitarismo. Los cristianos primitivos hablaban de amor, paz y concordia  universales hasta que llegaron al poder al ser convertida su religión en religión de Estado. Enseguida persiguieron a todas las demás religiones, destruyeron sus templos y mandaron dar muerte a sus líderes. También persiguieron a los judíos y dieron muerte a Hipatia, gran matemática y directora de la biblioteca de Alejandría.

Lo mismo hicieron los bolcheviques en Rusia, Fidel Castro en Cuba, y tal vez pretenda hacer lo mismo  Podemos en España.

Tanto aquellos como estos lo hicieron en nombre de la humanidad, por su bien; y para ello se acaba con la libertad de las gentes y se persigue a muerte a los discrepantes.

 

DERINKUYU

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En la ciudad de Derinkuyu, en esa región de Turquía llamada Capadocia, existe toda una gran ciudad subterránea. Las dimensiones son increíbles: tiene una profundidad de casi noventa metros y hasta la fecha han sido descubiertos veinte niveles. En ella han podido habitar hasta 10.000 personas. Se une por un túnel de ocho kilómetros de largo a otra ciudad subterránea, Kaymakl.

De las ciudades subterráneas de esta zona hablaba el historiador griego Jenofonte en su obra Anábasis y explicaba que las personas que vivían en Anatolia habían excavado sus casas bajo tierra y vivían en alojamientos lo suficientemente grandes como para una familia, sus animales domésticos y los suministros de alimentos que almacenaban.

En los niveles recuperados se han localizado establos, comedores, una iglesia (de planta cruciforme de 20 por 9 metros, con un techo de más de tres metros de altura), cocinas (todavía ennegrecidas por el hollín de las hogueras que se encendían para cocinar), prensas para el vino y para el aceite, bodegas, tiendas de alimentación, una escuela, numerosas habitaciones e, incluso, un bar. La ciudad se beneficiaba de la existencia de un río subterráneo; tenía pozos de agua y un magnífico sistema de ventilación (se han descubierto 52 pozos de ventilación) que asombra a los ingenieros de la actualidad.

Parece ser que la excavación del primer nivel fue llevada a cabo por los hititas, que habitaron la región alrededor del  año 1.500  antes de Cristo.

Luego tuvieron que esconderse en ella los primeros cristianos,  huyendo de las levas y los saqueos que cometían en la región los romanos; luego tuvieron que esconderse los bizantinos huyendo de los turcos selyúcidas; más adelante se debieron de esconder  de los árabes y luego de los cristianos que acudían a las cruzadas y luego de los turcos otomanos. Tan magna obra de construcción denota un miedo abundante de los pobladores de la región a las frecuentes incursiones de saqueo o de conquista que en ella se llevaron a cabo.

Se ha de mencionar que  las galerías subterráneas de Derinkuyu podían bloquearse en tres puntos estratégicos desplazando puertas circulares de piedra. Estas pesadas rocas que cerraban el pasillo impedían la entrada de los enemigos. Tenían de 1 a 1,5 metros de altura, unos 50 centímetros de ancho y un peso de hasta 500 Kilos.

Cuando en 1963 la descubrió por casualidad un habitante de Derinkuyu, estaba deshabitada.

Todos estos detalles los ofrece Ishak Frag Fahim en un libro de ensayo que titula:

“LIBRO Y LABERINTO ERAN UN SOLO OBJETO”.

JORGE LUIS BORGES, CONSTRUCTOR DE LABERINTOS LITERARIOS