EMPODERAMIENTO FEMENINO Y SOCIEDAD BONOBO

Las sociedades occidentales están experimentando un programa de acción política y cultural que tiene como uno de sus principales propósitos al llamado empoderamiento femenino, considerando que feminizar a los hombres es requisito para alcanzarlo. Feminizar a un varón posee aquí un significado semejante a domesticarlo; y nuestra especie tiene experiencia de milenios en la domesticación. A partir del lobo y mediante cruce y selección, han aparecido todas las razas de perros existentes. También ha sido empleado el mismo método para domesticar al zorro. No digo que la selección del macho no esté siendo relevante a ese propósito de feminización (el macho humano rudo y violento está siendo rechazado para la procreación), pero, en gran medida, se está llevando a cabo culturalmente, eso sí, empleando métodos punitivos para convencer al renuente.

Se pretende que las sociedades así «educadas» sean matriarcales, que en ellas el dominio corresponda a la mujer. Ni que decir tiene que tal conversión representa una gigantesca revolución para nuestras sociedades, una de las más grandes y profundas producidas a lo largo de la historia. Para atisbar un poco las características y dimensiones que tendrá, si se lleva a buen término, echemos un vistazo a dos grupos de primates que guardan con nosotros una gran similitud en el comportamiento social.

El chimpancé común vive al norte del río Congo, mientras que el llamado chimpancé enano o bonobo vive en la ribera sur. Hace aproximadamente 2 millones de años sus ancestros comunes quedaron separados a un lado y a otro del río, produciéndose un aislamiento reproductivo que ha llevado a dos especies distintas (aunque, en cierto grado, parece ser que hubo algún intercambio genético entre ellas tras su separación)

Con los chimpancés comunes nuestras semejanzas son enormes: establecen una relación jerárquica de dominio; atacan a los extraños; cometen infanticidios y se anexionan el territorio de otros machos a los que matan;  cooperan en la caza y en la guerra; establecen alianzas políticas para desplazar del poder a un individuo o a otro grupo dominante; tienen una necesidad parecida a la nuestra de mantener relaciones sociales; las hembras se encargan del cuidado de las crías; machos y hembras suelen jugar en grupos integrados por individuos del mismo sexo —los machos juegan a pelearse mientras que los juegos de las hembras suelen ser más sociales y relacionados con el cuidado de las crías, tal cual los juegos de niños y niñas en la hora del recreo escolar. El miedo, la ira, el afecto, el contacto físico, la tristeza parecen sentirlas de manera semejante a como las sentimos nosotros; y emociones e instintos parecidos a los nuestros son la base principal de su conducta.

La sociedad bonobo es bastante distinta. Sus hembras establecen entre ellas fuertes lazos sociales; se coaligan contra los machos que les molestan; practican el sexo entre ellas con más frecuencia que con los machos, lo que les sirve para reforzar las relaciones sociales y mitigar las desavenencias; hacen uso de un amplio repertorio de caricias sexuales y pueden formar muchas parejas a lo largo de su vida; en ocasiones intercambian sexo por comida con los machos; apenas hay conflictos entre grupos de bonobos; son emocionalmente más estables que los chimpancés comunes; las alianzas entre hembras ejercen el dominio social; no compiten por comida; los bebés bonobos son más creativos que los bebés chimpancés en los juegos; las hembras bonobo aleccionan, guían y cuidan de que sus hijos macho practiquen el sexo adecuadamente para la reproducción…

Comparando unos comportamientos y otros, bien se puede decir que la feminización de los hombres que hemos nombrado consistirá en transformar el comportamiento de la sociedad del chimpancé común al de la sociedad bonobo. Esto es, crear una sociedad humana ‘bonobo’. En ese sentido creo que van los cambios de valores que la sociedad occidental está llevando a cabo:

—Identidad ideológica y de género (fuera referencias identitarias con nación, biología, héroes, historia, religión).

—Leyes discriminatorias en favor de la mujer.

—Matriarcado y empoderamiento femenino.

—Contra la violencia y la guerra.

—Contra la monogamia y la familia.

—Eliminar la competición social.

—Ataque y linchamiento contra los hombres renuentes al cambio.

—Nueva religión de la Madre Tierra y del Cambio Climático.

—Equiparación forzosa de hombres y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad

—Preponderancia de lo cultural femenino sobre lo biológico.

….

Me pregunto: ¿Seremos desde ahora bonobos después de miles de años de ejercer de chimpancés comunes?, ¿tiene la cultura en nuestro comportamiento preponderancia sobre la biología? Me gustaría saberlo.

De Sartre, Borges y Nietzsche

SARTRE

Sartre se esmeró con ahínco en engañar al público europeo para salvar el comunismo. Aseguró que en la URSS existía una absoluta libertad de prensa; alabó a Mao y a Stalin; persiguió con fiereza a todos los intelectuales franceses que se desviaron de la ortodoxia comunista (entre ellos, Albert Camus, Arthur Koestler y Simon Leys). Sartre es uno de los intelectuales del siglo XX que atacaron las democracias occidentales —donde ellos gozaban de total libertad, de una buena posición económica y del aplauso social— y defendieron las inmensas prisiones en que se habían convertido China y la URSS. Bien es cierto que Sartre era bajito, feo y tuerto —una bolita de piel y tinta, tal como le tildaba Simone de Beauvoir, además de insinuar que era impotente—, así que, sintiéndose superior intelectualmente, su resentimiento era inmenso. Un resentimiento que vertió sobre Occidente. ¡Y no hablemos de Althusser, visitante asiduo de psiquiátricos, que terminó asesinando a su mujer!¡Qué gran ejemplo hubiera dado toda esa intelectualidad, incluyendo a Pablo Picasso, yéndose a vivir un par de años a su ‘paraíso’ soviético o chino!

BORGES. NIETSZCHE

Para trazar su ficción, los escritores toman como modelos a gentes con quienes han socializado o cuyos caracteres y vivencias son harto conocidas por el público, lo cual no quita que todos los relatos literarios posean un fuerte componente biográfico. Algunos van más allá y en alguna de sus obras literarias o de pensamiento presentan un héroe en cuyos rasgos descubrimos al autor mismo. Esos personajes representan lo que el escritor hubiera querido ser en esta vida, juegan el papel que les hubiera gustado jugar y no el que han jugado.

Borges, un hombre necesitado de amparo, que vivía entre tinieblas, quiso ser un pendenciero en la pampa argentina y, en el Sur —un relato mitad autobiográfico mitad ficción— dibujó el contraste entre la realidad de su vida y su vida anhelada. El contraste entre un hombre de biblioteca, medio ciego, desmañado, asustadizo, y un hombre de pendencia y acción.

Nietzsche abogó por el hombre altivo, fuerte, despiadado, instintivo…, aristocrático, pero el fue un hombre asustado, temeroso, necesitado de afecto y protección. En carta a Franz Overbeck de diciembre de 1985, se humilla sin rubor alguno ante su amigo: «Por eso necesito que la gente se ocupe de mí. Lo poco práctico de mi naturaleza, la semi ceguera y, por otra parte, el carácter temeroso, desamparado, desanimado, que es consecuencia de mi salud, me suelen atar a situaciones que casi me matan».

Parece ser usual y propio de la naturaleza de los escritores, expresar en la escritura la satisfacción de sus deseos más íntimos, aquellos que no pueden satisfacer en su vida real. Tal acción se enmarca dentro de otra más general: mediante la escritura se evade uno de la realidad que le lastima. Esto es: escribir es un sucedáneo del vivir.