La cultura y los bárbaros

De entre las obras que podemos considerar cimiento de la cultura occidental –la Biblia, la Ilíada, la Odisea, la Leyenda del rey Arturo, Don Quijote, Hamlet…—me atrevo a señalar que la Odisea, el periplo de aventuras y desventuras de un héroe de Troya, es la obra de más colorido. El ciego Homero consta como autor. La andadura de Ulises (Odiseo) por territorios mágicos, su descreimiento de los dioses, resultando, sin embargo, decisiva la influencia de estos, las tentaciones, los peligros, las ataduras del héroe a sus pasiones…, todas las cambiantes vicisitudes que las que los dioses le oponen, simbolizan el recorrido existencial de un hombre. Los vientos le conducen al país de los Cícones, y luego al país de los Lotofagos, en donde algunos compañeros probaron el fruto del olvido; en el país de los Cíclopes la astucia de Ulises les salvó del gigante Polifemo; y arribaron a la isla de Eolo, el soberano de los vientos; la infausta curiosidad de sus compañeros les alejó de las cercanías de su patria, Ítaca, y, tras la desgracia de su paso por el país de los Lestrigonos, llega a la isla de Circe la hechicera. Allí fueron convertidos en cerdos y solo la intervención de Ulises les pudo devolver la forma humana. El héroe llegó a la entrada del Hades y bajó a los infiernos, donde encontró a sus compañeros de armas de la guerra de Troya. A continuación sobrevive al peligro de los seductores cantos de las sirenas que cautivan a los hombres, y al peligro de los salientes rocosos en un mar embravecido. En la isla donde vive la ninfa Calipso pasa Ulises siete años cohabitando con ella. La añoranza de Ítaca le hace embarcarse de nuevo y, tras recibir ayuda de los feacios alcanza su meta, llega a su tierra. Y allí tiene, por último, que enfrentarse a los pretendientes de su esposa, que le dan por muerto y que han dilapidado la fortuna del héroe. Y les da muerte.

Tras de tantos ataques a la cultura por parte de esas hordas de bárbaros juveniles que destrozan estatuas y cancelan a grandes escritores de todas las épocas, tenía que llegar y ha llegado: En una escuela de Massachusetts se ha prohibido a Homero (https://www.wsj.com/articles/even-homer-gets-mobbed-11609095872). Los profesores, trogloditas en aspectos culturales, se han felicitado por ello y han publicado su jolgorio en las redes.

La barbarie ha regresado con vitalidad pocas veces vista anteriormente; porque ahora no son los iletrados bárbaros del norte irrumpiendo en el Imperio Romano, sino que son universitarios norteamericanos, chilenos, ingleses, españoles…, y sus profesores a la cabeza. Ha bastado con inocular el veneno ideológico del posmodernismo, de la ideología de género, de la hipersensibilidad y del catastrofismo climático, para convertir a millones de estudiantes en trogloditas culturales, en representantes de la barbarie. Los departamentos de Ciencias Políticas, Sociales y Humanidades, son ahora, en muchos casos y en muchos lares, rediles de acémilas, viveros de ignorantes fanatizados.

Seguramente por ignorancia, no han prohibido aún el Poema de Gilgamesh, que forma parte excelsa del cimiento cultural de la humanidad. Por ignorancia porque seguramente desconozcan su existencia. Si alguno de estos bárbaros hubiera sido lector de esa obra no dejaría de pedir que se fuese enviada a la hoguera, pues Gilgamesh, rey de Uruk –en la antigua Mesopotamia—, ejercía el derecho de pernada con las jóvenes que se iban a casar, amén de cometer otros muchos desaguisados en contra de la corrección política, la cual es hoy en día ley moral de todos los nuevos bárbaros. Serían capaces de prohibir el primer gran poema escrito –de 4800 añosde antigüedad, en escritura cuneiforme sobre tablilla de barro—de la Historia. Como Ulises, Gilgamesh realiza un viaje iniciático, en este caso, en busca de la inmortalidad. Noé, el salvador de toda especie animal, le pone dos pruebas que Gilgamesh no puede superar, así que no logra ser inmortal. Supera grandes peligros, vence a poderosas fieras, padece la muerte de su amigo Enkidu y, como Ulises, visita los infiernos y siente los escalofríos del lugar.

El parecido de una historia y otra, la de Ulises y la de Gilgamesh, es sorprendente, y es una gran verdad  que son dos grandes tesoros que han producido la felicidad de las gentes durante miles de años y que ahora se ven amenazadas por la barbarie.

Recientemente me ha llegado una carta publicada en un diario uruguayo en la que el periodista y académico Leonardo Haberkon renuncia a seguir impartiendo clases de Comunicación a estudiantes de la Universidad ORT de Montevideo. Se queja del analfabetismo, el desinterés y la incultura de que hacen gala. Creo que se podrá leer bien. No tiene desperdicio alguno. Describe los nuevos bárbaros en su salsa.

Degeneración democrática. Los políticos como problema

El filósofo inglés Locke y el filósofo francés Montesquieau sentaron las bases de la Democracia Representativa según la entendemos. Se representa la voluntad popular en el Parlamento eligiendo periódicamente a  un conjunto de ciudadanos que serán los encargados  de dirimir los grandes problemas sociales y de tomar decisiones que afectan a toda la sociedad representada. Tal es el llamado Poder Legislador. Éste se complementa y equilibra con otros dos poderes, el Ejecutivo y el Judicial.

En este entramado de equilibrios y contrapoderes la Prensa juega también su papel de denuncia. Es reconocida como el cuarto Poder. Obraría, con su atribución de libertad de prensa, como factor replicante a los abusos de los otros poderes y abogaría por su enmienda. También existe el bastión de la llamada Carta Magna, la Constitución, con la pretensión de fijar unas normas básicas, basadas en la razón y el sentido común, que nos mantengan a salvo de veleidades políticas e ideológicas. Cambiarlas exige una mayoría de dos tercios en el caso de España.

Son múltiples las causas que pueden conducir a una degeneración del sistema democrático, y todas ellas tienen que ver con la ruptura del equilibrio entre poderes o con el desprecio de estos hacia la voluntad popular. Por ejemplo, se empieza a degenerar la democracia cuando los problemas de los ciudadanos dejan de ser un problema para los políticos; cuando los medios de información se convierten en brazos del poder político; cuando esos mismos medios pasan a desinformar, manipular y controlar a los ciudadanos; cuando los partidos y corrientes políticas se convierten en clanes mafiosos ocupados exclusivamente en su beneficio personal; cuando esos políticos inventan inexistentes problemas o agrandan hasta el infinito los que pudieran existir; cuando los jefes políticos se convierten en meros capos mafiosos… Y así podríamos seguir y seguir.

Los políticos son el problema

Me centraré en España. Al decir que los políticos son el problema me refiero a que más que solucionar los problemas de los ciudadanos los crean. Digámoslo claramente, una gran parte de la clase política ha dejado de ser útil para la sociedad y toda su labor consiste en tratar de esquilmarla. Pongamos por caso las medidas del gobierno frente a la pandemia del COVIT. Podemos decir que, una de dos, o bien las capacidades de los responsables políticos en esa cuestión son propias de indigentes mentales, o bien han actuado con una irresponsabilidad delictiva a los problemas de los ciudadanos. Recomendaron no llevar mascarilla (porque no habían hecho provisiones de ellas); pasaron a recomendar mascarillas de baja calidad alegando que las buenas podían hacer que la gente se confiara); animaron a una manifestación feminista (que según estudios de la Universidad de Zaragoza aumentó en 24.000 el número de muertos); se desocuparon  de los ancianos recluidos en residencias; no tenían un equipo científico que diera las instrucciones necesarias; ocultaron el número real de muertos; a través de empresas recién creadas por amiguetes de miembros del gobierno compraron tarde y mal material defectuoso que hubieron de tirar a la basura; la protección que tuvieron los sanitarios fue una mera bolsa de plástico… Actuaron como si no les importara en absoluto los muertos sino, más bien, en sacar rédito político dando millones a manos llenas a las cadenas de televisión para que se ocultaran las noticias que les comprometían.

Parece que gran parte de la clase política se haya organizado en clanes mafiosos, con su capo a la cabeza,  en lucha despiadada contra otros clanes. Clanes que suman 600.000 “soldados”, que son los políticos que en España viven a cuenta de hacer política. En esos empeños una de sus tácticas preferidas es crear artificiosamente problemas para sacar beneficio propio de ellos, aunque causen gran descalabro en la ciudadanía. El PSOE es muy hábil en esta táctica. Los problemas, inventados o engrandecidos, están dirigidos a enfrentar a una parte de la población con la otra parte, a crear hostilidad en las propias familias o en las amistades.

Quizás el mayor ejemplo de monstruosidad creado por un problema inventado fue el del Estatuto de Cataluña de 2006. Lo que solo un 6% de la población catalana consideraba relevante o necesario, por mor del entonces presidente de la Generalitat de Cataluña de vestirse con ropajes nacionalistas que tanto rédito había producido al anterior presidente Pujol, desembocó rápidamente en terremoto autonomista en todas las Comunidades de España (nadie quería ser menos) y en el enfrentamiento independentista que hoy sacude la sociedad catalana. ¡Enfrentar a los ciudadanos para sacar nosotros provecho!

Otros casos le van ligeramente a la zaga en cuanto a generar enfrentamiento. Tenemos el caso del vertido del petrolero Prestidge; los engaños sobre el Transvase del Ebro (que han dejado sediento al Levante español y se han perdido 5.000 millones provenientes de Europa para llevarlo a cabo); el sacar a Franco del Valle de los Caídos; la ignominia inquisidora de la llamada Memoria Histórico…; y las Lenguas. El caso de las lenguas propias es escandaloso. Si se piensa que en los años 70 apenas un 5% hablaban euskera en Euskadi y que solo un 45% hablaban catalán en Cataluña, y que ahora, de modo flagante, se pretenda que no se estudie ni se hable español en esas Comunidades, uno se da cuenta de los problemas que artificiosamente crean los políticos en su propio provecho. En alguna comunidad el asunto de las lenguas resulta esperpéntico. Por ejemplo, en Aragón, en la que un navarro ha reunido palabras dispersas por cuatro valles pirenaicos, que alguna vez en siglos pasado hablaron, como mucho dos mil o tres  personas, y tras llamarlo Aragonés, pretenden que lo aprenda de manera obligatoria toda la Comunidad y que se considere la lengua propia de los aragoneses. Pero, claro, cada político busca su nicho, sus dádivas y, si puede, su particular saqueo de las arcas públicas a costa de crear enfrentamientos y daños.

Colapso democrático

Algunas ideologías abogan por provocar directamente un colapso democrático. Tales  ideologías –contrarias a la democracia—tratan, con todos los medios a su alcance, de imponer un sistema totalitario. Una de ellas es el comunismo, y es de  sobras sabido que allí donde se ha impuesto su primera acción es acabar con ella. Fascismo y Nazismo operan en ese aspecto de modo semejante. Pero también otras opciones político-religiosas son enemigas declaradas de la democracia (en términos conceptuales no existe gran diferencia entre una ideología y una religión; la utopía en una y el orden sobrenatural en la otra). Tenemos los claros ejemplos del Grupo Islámico Armado de Argelia (GIA) y los Hermanos Musulmanes en Egipto, que persiguieron ganar “democráticamente” en las urnas para imponer a continuación un Estado Teocrático, un totalitarismo –bajo la Sharia—al modo saudí. Sin embargo, la amenaza totalitaria a que se enfrentan actualmente muchos países hispanos, y España misma, es la del Socialismo del siglo XXI, auspiciada en Venezuela por Chávez, que ha servido de guía a muchos países Latinoamericanos y al grupo Unidas Podemos en España. Su proyecto es acelerar la degeneración democrática hasta que colapse. Así ha sido implementado el socialismo totalitario en Venezuela. Siguen la estrategia de destruir el sistema democrático sometiendo paulatinamente a todos los Poderes del Estado. Aprovechando todos los resquicios legales y utilizando medios ilegales cuando los consideran necesarios, hacen caer en sus manos al poder judicial y al ejército, arrumban la Asamblea Nacional;  inventan nuevas formas de representación que les favorezcan, o simplemente hacen uso del “pucherazo” en las urnas. Tal es el modelo estratégico que sigue de Unidas Podemos en España.

A la sociedad española se le presenta este dilema: o regeneración democrática o colapso.