ADAGIOS

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  • Donde no hay ansias de laboriosidad o de proyecto,  hay ansias de revolución.
  • La envidia, sin embargo, es el germen de la democracia.
  • Todo dictador, y en eso Maduro no es excepción, está cargado de buenas intenciones.
  • Las ideologías no existen en el rebaño. Su labor la cumple el tono de voz del rabadán.
  • La máscara moldea el rostro.
  • Sólo los grandes hombres pueden vivir sin misterios. A costa de convertirse en lobos solitarios y perversos.
  • Argentina es ese pueblo, tan confuso, que cree tener sus raíces en Francia.
  • Las persecuciones y matanzas de cristianos en el mundo islámico no son tema para la izquierda.
  • Un dicho judío: “Déjame tuerto, Señor, cuando los demás anden ciegos”.
  • Otro: “Espera sentado en la puerta de tu casa; con el tiempo verás pasar el cadáver de tu enemigo”.
  • El poder, el dinero, la fama y la gloria, son las caras del prisma de nuestros anhelos.
  • En Europa se han cambiado las creencias por derechos. Eso la condena.
  • La experiencia siempre llega tarde a aleccionarnos.
  • Los ojos de la inexperiencia suelen conducir al precipicio.
  • Uno pone su fe en las doctrinas que le reportan beneficio.
  • En las creencias utópicas se confunde lo deseable con lo factible.
  • La sabiduría es una forma de estupidez refinada.
  • El arte de la política es el arte de confeccionarse una máscara.
  • Dicen los más feos, los más pobres y los menos capaces: “Lo justo es que seamos iguales y tengamos lo mismo”.
  • Nos parece solución justa la que nos satisface.
  • Una rana croa a otra de una ciénaga cercana: “Tu charca es más putrefacta que la mía”.
  • En toda relación social se vende algo.
  • En las revoluciones se clama por la libertad, pero es el odio quien moviliza.
  • Nadie es demócrata por naturaleza. Es aconsejable que lo sea por voluntad.
  • Los jóvenes creen que la democracia es poder decidir sobre todo en todo momento y lugar, pero con ello se abren las puertas del abismo.
  • La Constitución de un país simboliza la firmeza ante las veleidades de los hombres.
  • Hay gente que cree ilusamente que los derechos no cuestan nada.
  • Estigmatizar a los que sostienen una opinión contraria a la propia es el recurso de quien carece de argumentos y odia mucho.
  • Los políticos no suelen ver más allá de sus narices y de sus intereses.
  • Una hermosa frase que he escuchado: “Ahora que te has ido, todo se va muriendo”

Me gustaría poder decir, con Nietzsche,  que algunos escriben vastos libros con menos significado que el poseído por uno solo de estos adagios. Todos ellos han precisado de ardua destilación y de alambique apropiado.

 

Feliz Navidad a todo el que me leyere. Desde París-La-Bella se lo deseo.

 

SEMBLANZAS Y ESTAMPAS

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Conozco a dos “tipos” de los llamados comúnmente raros, y, curiosamente, son muchas las similitudes que presentan ambos. En su época de estudiantes los dos fueron alumnos aventajados: los dos recibieron el Premio Extraordinario de Fin de Carrera en sus estudios; los dos estudiaron Ciencias Exactas, lo que solemos decir Matemáticas; los dos han ejercido como profesores de esa materia; los dos se apasionan por los problemas de lógica, los sudokus y los crucigramas; los dos rehúyen la sociedad y cada uno de ellos se recluye en su pensamiento. Ahora los matices que les diferencian: al uno se le suele ver siempre caminando con el atuendo propio de un vagabundo y con suma ligereza, además, le gusta la caza y la montaña; el otro, en cambio, siempre va en bicicleta y, cuanto más, algunos aseguran que le han visto pescando sobre una barca en mitad de un pantano. Ambos, con su rica inteligencia, han construido unos extraños mundos de lógicas y números en donde se refugian. Tal vez, ambos, anhelan en lo íntimo construir privadamente la Biblioteca de Babel que postuló Borges.

El decir popular también achaca la categoría de “tipos raros” a los filósofos. Suelen vivir, se dice, en nubes etéreas, cada uno en busca de su particular verdad. No sé si esto será generalizable a todos ellos, pues en algunos de los que conozco ese vivir abstraído es más una pose que una búsqueda. Lo que sí parecen guardar en común es un grado elevado de vanidad.

Cada escritor también construye su particular mundo y en él se refugia. Bien es verdad que también los escritores buscan la vanidad de la fama como meta final. El encontrarse con la vanidad parece ser el destino que anhela trazar cada hombre.

HOMBRE

Pero no solo las especies mencionadas viven alejadas de la realidad. Otras muchas que pisan cada día el suelo áspero y duro de la realidad en su trabajo, viven también pendientes de un anhelo imaginario llamado caza, fútbol, deportes…

Una especie singular en nuestros días es la de los ni-nis (ni estudia ni trabaja), a la que según las últimas encuestas pertenecen la mayoría de jóvenes de España (aunque parece ser que le problema es aún más grave en otros países). Edifican su mundo en su cuarto, frente al ordenador, frente a un juego virtual. Suelen ser en su gran mayoría hombres.

Los hombres parecen tener la necesidad de vivir mentalmente más allá de la realidad, cabalgando sobre una nube de ilusión.  La mujer, sin embargo, vive más apegada a lo cotidiano, y, dentro de este ámbito, a la minuciosidad. Viven permanentemente en la realidad.

Fijémonos en las escritoras. Las novelas que trazan inventan mundos de sentimentalidad, algo muy a ras de suelo, muy de realidad. En cambio, los mundos de los escritores masculinos son psicológicos, oníricos, épicos…, e incluso, cuando pretenden describir crudamente la realidad, terminan por encerrar a ésta en un angosto ámbito moral o bien optan por  señalar un iluso horizonte de esperanza en cuyos altares sacrifican y destruyen la realidad que pretendidamente debían mostrar sus escritos.

MUJER

La psicología evolutiva usa una explicación para estos distintos papeles mentales que interpretan mujeres y hombres. Nuestros ancestros masculinos recorrían la selva y los barrancos y la sabana imaginando caminos y formas de acorralar a la presa y matarla. Las mujeres permanecían en el campamento base cuidando de los infantes, recogiendo frutos y raíces y organizándose socialmente. Para ese cuidado y para esa organización, los sentimientos son vitales. Así que el hombre adquirió tendencias hacia la abstracción y la mujer hacia la concreción.

Tal vez esa diferencia en cuanto a capacidades ayude a comprender el porqué cuando se trata producir teorías abstractas el hombre arrasa. Incluso la tan reconocida Madame Curie no escapa de este esquema. Obtuvo sus galardones por realizar un trabajo de campo: manejar materiales radioactivos y experimentar con ellos. Quien abordó los cálculos teóricos fue su marido.

Personalmente creo que la mujer se muestra mucho más capaz que el hombre en la tarea de desenvolverse en la vida con los pies puestos en el suelo de la realidad, así como para gestionar los asuntos y vicisitudes de la vida en sus pormenores. El hombre creo que muestra mayor capacidad para la abstracción. El hombre proyecta y la mujer gestiona. Esa debería ser la fórmula ideal.

O quizá todo lo dicho sea un mero producto de lo ilusorio de mi imaginación. Al fin y al cabo soy hombre. ¡Qué le voy a hacer!: empiezo hablando de dos tipos raros y acabo filosofando acerca de las diferencias entre el hombre y la mujer. No tengo enmienda. Empiezo  mirando con ojos descriptivos la realidad y termino abstrayéndome de ella. ¡Malditos pensamientos errabundos!: siempre me hacen retornar a mi mundo de cazador abstraído en busca de presa.

 

El subconsciente pasional

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Presento a continuación El subconsciente pasional, el segundo ensayo del libro Animal moral.  El libro, ya saben, versa sobre la conducta individual y la organización social, en cuanto a sus bases biológicas y el papel que juegan las creencias que poseemos.

  1. Evolución de la mente.
  2. El subconsciente pasional.
  3. Creencias mágicas y religiosas.
  4. Las creencias en el grupo.
  5. La médula de las creencias.
  6. Moral, instinto y orden social.
  7. Moral, sociedad e historia.
  8. Hegel y Marx.
  9. El psicoanálisis,
  10. Marcuse
  11. El «buenismo».

 

Para comprar el libro puede dirigirse a http://www.eraseunavez.org o a www.agapea.com

En esta dirección puede echar un vistazo a los temas:

 

 

Ensayo 2º: EL SUBCONSCIENTE PASIONAL

 

Resumen

Los mecanismos instintivos y emocionales y otros muchas mecanismos reflejos, sin que seamos conscientes de ello, elaboran en el laberinto del subconsciente  nuestro modo de pensar, nuestras apetencias, la conveniencia o inconveniencia que sintamos hacia ciertas razones, doctrinas, objetos, hechos o conductas. Después se representa todo ello en el escenario de la conciencia, con lo cual nos percatamos de lo cosas que ocurren en el interior de nosotros mismos, como los deseos y los sentimientos. Además, esa representación nos produce el delirio de que es la razón la principal gestora de nuestra mente. Pero en el fondo todo resulta ser pura conveniencia del organismo.

Deseamos a una mujer o a un hombre  hermoso, o un rico pastel, o ser el más amado o el más listo…,  pero es el instinto quien nos lo sugiere y nos lanza a conseguirlo. La ira nos lanza a la violencia o a la malquerencia, la compasión nos empuja a ofrecer y ayudar, el temor nos impele a alejarnos, la culpa nos infringe castigo, los celos nos lanzar a aprisionar a la persona amada… Y son también esas razones del subconsciente las que nos inducen el pensamiento correspondiente. El organismo, desde el subterráneo de la conciencia nos seduce y nos dicta lo que le resulta conveniente y nos empuja para que lo logremos.

En muchos aspectos apenas nos hemos alejado unos pocos pasos de nuestros cercanos parientes primates. Nuestros instintos y nuestras emociones son muy semejantes. Es en el deseo y en el temor y en los instintos y en la conciencia en donde radica la diferencia.

En el surgimiento del deseo se interrelacionan la conciencia y el instinto. En la conciencia, mediante los mecanismos de la imaginación y del pensamiento, se focaliza y se mantiene en candelero el objeto que el instinto señala como conveniente para la vida del individuo, el objeto que debe ser “poseído” en la consumación del deseo.

Todos los deseos están guiados hacia tres grandes finalidades: la sexualidad, la alimentación y la prominencia del propio individuo sobre los demás.

El temor es al miedo lo que el deseo al instinto. Mediante la imaginación se representa y es la imaginación quien lo fortalece o lo desvanece. El temor es un miedo al por-venir concitado imaginativamente. Percibimos una posible amenaza  y la conciencia produce mediante la imaginación situaciones de futuro en la que lidiamos con ella. En ese acto de lidia se gesta el temor, es decir, se concita al miedo.

Los sentimientos contienen emociones, un modo alterado de pensar ―con pensamientos acordes a la emoción sentida―, y ciertos grados de placer o dolor. Nacieron con vocación de ser reguladores de la conducta social. En otras palabras, un sentimiento es la marejada mental que nos sobreviene cuando el organismo percibe la importancia que un hecho social tiene para nuestra supervivencia y nuestro éxito reproductivo.

Añado un último apunte a este esquemático resumen: casi todos los sentimientos están cargados de temor y de deseo. La vergüenza, la culpa, la envidia, el orgullo, la soberbia… tienen todos que ver con el deseo de éxito social y con el temor al fracaso.