Herencia moral y civilización

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La moral de un grupo humano y su cultura están tan íntimamente entrelazadas que tales términos resultan sinónimos en muchos casos. Pero no voy a hablar de cultura o de moral, sino de su influjo sobre el modo de vida, la actitud ante el trabajo y el grado de desarrollo económico y social de diferentes sociedades. Podemos considerar la moral social como el conjunto de reglas y creencias que inclinan a los individuos a obrar –de manera consciente o inconsciente—de un cierto modo so pena de ser reprobados o reprendidos por los demás o por uno mismo si su obrar ha producido. De tal consideración se deduce que los usos y costumbres sociales también se hallan incluidos en la moral.

Ahora nos preguntamos, ¿qué influencia tiene la moral, tal como se ha expuesto, en las sociedades de nuestros días, aparte de la obvia de regular la convivencia en los grupos humanos?, ¿tiene que ver con el contraste que se observa en el modo de vida y en la riqueza de unos países y otros? A eso me refiero, ¿es responsable la herencia moral de los norteamericanos y de los argelinos de sus diferencias sociales y económicas –además de la influencia del factor hábitat y clima, tan distintos en esos países?

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Presentemos primeramente a los países islámicos. Desde el siglo VII en que se fundó el Islam hasta el siglo XI en que las posturas religiosas más rígidas en la interpretación del Corán se impusieron como doctrina, los países islámicos y sus gentes hicieron gala de gran vitalidad artística, científica y comercial. Enumero algunos de sus logros matemáticos: la numeración arábiga; la utilización del cero; las fracciones decimales y sexagesimales; la extracción de raíces cúbicas; el  Binomio de Newton ( Omar Kayyam); el mismo Kayyam halla la Regla de Ruffini (que no se hallaría en Occidente hasta el siglo XIX); las operaciones con radicales y potencias (Al-Khawarizmi); la Teoría de la Razón Compuesta (Kayyam); las solución a las ecuaciones de segundo grado (al-Khwarizmi); las Ecuaciones cúbicas (al-khazin); la solución a las ecuaciones cúbicas mediante la intersección de secciones cónicas (Kayyam); el valor del número pi con seis cifras decimales correctas… Y a ello le tendríamos que añadir sus grandes logros en poesía, filosofía, comercio, industria… Hoy en día, apenas unos pocos países islámicos,  Túnez, Egipto, Indonesia y Malasia –y gracias a otras herencias culturales y religiosas que obran en ellos—se puede decir que están saliendo de su secular encapsulamiento, tan alejado de la modernidad y el progreso.

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El calvinismo surgió como una rigurosa doctrina protestante que se distinguía doctrinalmente por la creencia en la predestinación de las gentes desde el instante de su nacimiento. Pero cobra aquí su importancia porque infundió una laboriosidad sistemática en el creyente y un signo para reconocer quién era o no elegido por la Gracia divina: el tener éxito en la vida. El ansia por el éxito desató la competitividad social y promovió la aparición del capitalismo tal como lo conocemos. Todos los países en los que dejó su impronta se convirtieron en países ricos donde se multiplicó la industria y el comercio. ¿Qué países fueron estos? Holanda, Gran Bretaña, EEUU y Suiza, principalmente. Tal vez sea éste el ejemplo más claro de cómo una creencia moral influye en la vida y en el progreso económico de una sociedad. Vayamos a una moral similar en muchos aspectos al calvinismo: el luteranismo.

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El luteranismo presenta una rigidez moral semejante al calvinismo y también aboga por la laboriosidad como método para superar la angustia existencial, pero, contrariamente a este último, consideraba la movilidad social perniciosa y se supeditó al poder de los príncipes. El norte de Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia, fueron los países más representativos del luteranismo. Hoy en día lo religioso está prácticamente excluido de ellos, pero la herencia moral en lo relativo al espíritu de trabajo, al respeto a la autoridad y a la importancia de la comunidad sigue vigente. De ahí la estabilidad social de que gozan.

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En cuanto a los países del sur de Europa: Grecia, Italia, España y Portugal, ¿cuál es la herencia moral que han recibido?… Cuestión compleja es este caso. Todos ellos tienen una historia de conquista e imperio (Bizancio se mantuvo durante mil años como imperio griego) que no fueron eficaces a nivel económico; todos esos países arrastran consigo también una larga estela de luchas y de arduas convivencias con otros pueblos y consigo mismo. Respecto a lo religioso, más que una tradición de devociones podemos hablar de resignado sometimiento al poder del catolicismo (ortodoxo en caso de Grecia). Tal historia de resignación ha germinado una falta de espíritu comunitario a la vez que un fuerte individualismo que desemboca frecuentemente en un carácter nihilista, pero a la vez hay orgullo por el pasado; y si juntamos todas esas contradicciones de carácter obtenemos un individuo resabiado que aspira aún a ser rentista e hidalgo y que no termina de ver con buenos ojos al emprendedor. Sin embargo, contra su voluntad, su individualismo obliga a las gentes a competir, y si no fuera porque esperan que el Estado les resuelva todos sus problemas, tal como antes esperaban que se los resolviese la Iglesia o el poder real, no dudo que asomarían más la cabeza.

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La herencia recibida por los iberoamericanos está impregnada de todo lo dicho en el párrafo anterior, y si la mezclamos con la herencia indígena el cóctel puede ser explosivo o de exquisito sabor, según cuánto se le agite y según la cantidad de ingrediente indígena que contenga. Esa herencia, dual al menos, no se ha soldado en la mayoría de los países hispanoamericanos, y en algunos no está siquiera integrada, debido a lo cual se han generado clases sociales y estilos de vida muy diferenciados. Hay implantado en todo Hispanoamérica una queja y un ansia de revancha que hasta que no se mitigue va a impedir mirar hacia adelante. Cuando un país como Chile intenta mitigarlas, las fuerzas de la negación cargan contra él con todas sus fuerzas, tal como vimos recientemente. Toda Latinoamérica tendrá que resolver sus contradicciones si no quiere que su tren de la historia descarrile.

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El país cuyo tren de progreso marcha en tren ultrarrápido es China. Claro es que se trata de una dictadura autora de la mayor represión existente en el mundo y de los mayores crímenes. Por cada cien habitantes uno es un miembro del partido (el comunista) y se encarga, en labores de comisario político, de vigilar y controlar a los noventa y nueve restantes. ¿Qué ha ocurrido en China durante los últimos treinta años para que la economía se dispare? Que ha implantado el modelo de libre mercado, el modelo capitalista en lo económico, pero comunista en lo político. ¿Solo eso? No. Existía, latiendo en el corazón de sus gentes, una moral milenaria que al liberarse de la represión del sistema estamental del imperio chino y ahora de la atadura del “todos iguales” ha dado rienda suelta a la libertad de obrar en provecho propio, al egoísmo en lo económico, provocando ese crecimiento desbocado que observamos.  ¿Qué moral es ésta? Bebe de dos fuentes, el respeto a los ancestros que pone a la familia en la cima de los valores, y la vieja doctrina de Confucio, que exalta la diligencia en el trabajo, la laboriosidad, la organización y su respeto sumiso a ella. Con tales mimbres y con libertad en lo económico, China da pasos de gigante hacia el encumbramiento de su poder. Otra cosa distinta es la felicidad de las gentes y las tensiones que puedan generarse en el futuro.

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Pero quizás el caso que refleja como ningún otro la influencia de la moral social en el modo de vida y en el progreso de las gentes, tanto a nivel social como individual, es el caso judío. Los educados en la moral, en  la ritualidad y la tradición judías han jalonado el siglo XX con los hitos más importantes en cualquier rama del saber. Karl Marx, Einstein, Von Neumann

George Cantor, Norbert Wiener, Helbert Marcuse, Karl Popper, Henry Bergson, Noam Chomsky, Ludwig Wittgenstein, Paul Samuelson, Milton Friedmn, Frank Kafka, Marcel Proust, Freud,  Gustav Mahler, Bob Dylan, Leonard Cohen… son una muestra escasísima de todos esos gigantes del saber (Incluso en cuanto a ser revolucionarios, Antonio Escohotado nos dice que –por reacción-adaptación al medio—durante el primer cuarto del siglo XX el 94% de los revolucionarios era de origen judío). ¿A qué se debe tal vitalidad intelectiva? No me cabe duda de que a la educación y a las tradiciones, que desembocan en el amor al conocimiento.

En fin, he querido poner de relieve que en buena medida lo que somos y construimos lo hacemos con la herencia cultural y moral que nos dejaron nuestros antepasados. Hoy –creo que desgraciadamente para la humanidad—cunde una tendencia a borrar el pasado y las tradiciones y valores a él asociadas. Hoy se trata de hacer de las conciencias una tabla rasa donde no quepa historia ni moral ni cultura; de esa manera, dicen, correrán mejor los aires que traen los nuevos tiempos. Me temo que una síntesis de las distopías narradas en los libros 1984 y Un mundo feliz, llega para atraparnos.

 

La exasperante simpleza de la grey juvenil

  1. Dictaminó Mahoma que la verdad se oculta tras cinco velos; los jóvenes, sin embargo, apenas han rasgado el primero y ya aseguran haberla encontrado.
  2. Los jóvenes se distinguen principalmente por estar cargados de vitalidad e ignorancia, es decir, por poseer una moldeable inocencia no exenta en ocasiones de altas dosis de crueldad.
  3. Si un joven no ejerce un trabajo o no se disciplina en un proyecto o en un aprendizaje arduo, su vitalidad puede decantarse hacia la destrucción. Para ello solo es preciso que le sea señalado un enemigo.
  4. Así que se les puede fácilmente infundir el engaño de que para construir un hermoso mundo hay que destruir todo cuanto existe.
  5. El “black lives matter” se nutre de jóvenes  que destruyen por destruir entonando consignas muy bellas y sintiendo que obran por el bien de la humanidad; pero en realidad están siendo manejados por quienes tratan de levantar de nuevo el comunismo mediante la argucia de resucitar el peligro del fascismo.
  6. Los jóvenes ignoran que los rebaños siempre están dirigidos por lobos.
  7. Juzgan si una actitud, un hecho, un acto o un movimiento social, son buenos o malos atendiendo a la supuesta intención angelical o demoniaca de quienes los llevaron a cabo. Nunca se plantean si los tales actos y movimientos son útiles, provechosos, beneficiosos para la sociedad, rentables. Así, el comunismo, con su rostro angelical de propuestas redentoras a favor de los agraviados, es pura bondad. En cambio, Norteamérica, es el puro diablo.
  8. Cuando se les inquiere que Norteamérica libró Europa de nazismo, del comunismo y de la miseria, responde como bobalicones: Porque les interesaba. Responden también: el plan Marshall era un negocio para ellos. Ergo, según el razonamiento de esos jóvenes, los EEUU son “malos” porque nos salvaron en su propio interés.
  9. En cambio, siguiendo ese mismo brillante razonamiento, justifican que Stalin en la URSS y Mao en China, fueron un accidente, y que el culpable de la miseria que reina en Cuba y en Venezuela es de Estados Unidos. Es decir, justifican que cien millones de asesinatos del comunismo y encerrar a media humanidad en una gigantesca prisión fue un mero accidente; pero que Norteamérica salvase a Europa doblemente fue una gran maldad porque sacó provecho de ello.
  10. La simpleza de sus juicios concuerda con su ignorancia: Los bancos son malos porque tienen mucho dinero. Si se repartiese el dinero de los ricos todos seríamos ricos. Si un negro o un moro viola a una mujer es excusable por motivos culturales; si es un español el violador, es una bestia asesina con la que hay que acabar. Todo aquello que la tribu de víctimas lleve a cabo, incluso lo más repugnante que cabe imaginar, merece una dispensa. Si un individuo favorecido por la fortuna comete la mínima falta es merecedor de la horca. Ese es el ambiente cultural que guía a esos agresivos alteradores del orden que pululan hoy en día sin control por Occidente.
  11. La antigua Bizancio había llegado a ser una sociedad opulenta, con sus ciudadanos viviendo en el asueto y con las carreras de cuadrigas como su mayor preocupación. Vamos, como nosotros con el fútbol. Bien, su ausencia de dificultades en la vida, su aburrimiento, les llevó a desencadenar dos guerras civiles. Una, entre los forofos de los dos importantes equipos de cuadrigas. Otra, entre los partidarios de los iconos religiosos y los partidarios de su desaparición. Cuando el demonio no tiene qué hacer, mata moscas con el rabo. Me temo que Occidente ha llegado a ese extremo.
  12. El demonio mata moscas con el rabo a través de los jóvenes que destruyen las estatuas de fray Junípero Serra y Colón, o que pintarrajean palabras tales como “racista” o “fascista” en las estatuas de Cervantes en California o de Churchill en Londres; o que han arrasado con todas las existentes en Chile. También se agita el rabo del demonio en todas esas Universidades donde los alumnos pretenden que se borren de los estudios universitarios a Aristóteles, a Platón, a Rudyard Kipling, a Mark Twain…, e incluso que se erradique la obra Matar a un ruiseñor o los cuentos infantiles de siempre… por racistas y fascistas. La barbarie se ha instalado en las aulas de la Universidad, porque esos auténticos fanáticos de la virtud victimista ni siquiera se percatan que sus actos son racistas y fascistas en estado puro. Hoy cualquiera se declara víctima o declara que lo fueron sus antepasados hace 500 años o afirma que el vago, indolente o el destructor más impresentable es una víctima de la sociedad capitalista, y lanza con denuedo una campaña contra todos aquellos que no piensen como él.
  13. Hoy en día en España la mayoría de esos jóvenes ignorantes, vitales y crueles apoya al partido político Podemos. Un botón de muestra nos brinda la catadura moral de su líder Pablo Iglesias:
  14. Esto es lo que había escrito Pablo Iglesias a su amigo Monedero en el WhatApps: «No me gustan los niños, ni la familia, ni pasear por el parque, ni vestir bien, ni que me paren las viejas ni que franquistas asquerosos me digan ole tus cojones. Y con la política de mayorías me pasa lo mismo que con el sexo de mayorías…. No me la pone dura (…) Soy un marxista algo perverso convertido en un psicópata» Juan Carlos Monedero citaba a la periodista Mariló Montero, y Pablo Iglesias replicaba: «la azotaría hasta que sangrase… Esa es la cara B de lo nacional popular… Un marxista algo perverso  convertido en un psicópata». Otra de sus frases “Hay gente que va a morir de viejo porque tienen una edad, habiendo gente de veinte y pico, de treinta y pico, de cuarenta y pico…; yo creo que hay gente mayor que tienen que tomar el ejemplo de Ratzinger e irse a Castelgandolfo o a la mierda”.