- La energía más barata, menos contaminante y más segura que existe es… la energía nuclear. Así lo asegura –y lo asevera con serios argumentos—Michael Shellenberger, fundador y presidente de ‘Environmental Progress’, pero contra la energía nuclear batalla el miedo y el odio de la gente. También se posicionan en contra de ella: la industria de las energías renovables, tan boyante y productora de tan buenos dividendos; los altos funcionarios de la ONU, que alegan que una energía barata provocaría un aumento inadmisible de población; y las organizaciones ecologistas y de izquierda, que pretenden una revolución social (un tipo de sociedad menos consumista, con la energía más cara, mayores impuestos y menor riqueza y más repartida), para lo cual, entre otras medidas, han levantado el estandarte del cambio climático.
- La señora Clinton y el señor Obama (al que otorgaron el premio Nobel de la Paz sin presentar mérito alguno para ello), promotores de la Primavera Árabe, provocaron los siguientes efectos: la inestabilidad política en Oriente Próximo; la creación del Estado Islámico; la destrucción de Siria y Libia; cientos de miles de muertos; cientos de miles de refugiados que arriban a Europa; varios millones de refugiados en Turquía por los cuales paga religiosamente Europa casi 5.000 millones de euros. Pero nadie exige cuentas a la señora Clinton y al señor Obama. Tienen patente de corso.
- ¿A quién votar? El próximo día 10 se celebran elecciones en España. No solo en España sino en cualquier país, yo recomiendo votar a quienes: no se contradigan de un día para otro repetidamente; no mientan descaradamente una y otra vez; a quienes no tengan un discurso distinto para cada audiencia a la que se dirigen; a quienes se atrevan a decir su verdad aunque no les resulte rentable electoralmente. Realmente, estos requisitos se pueden expresar de este otro modo: vota al que te parezca honrado y tenga ilusión por construir.
- Un nuevo consejo: desconfía de aquello que viene envuelto en sentimentalidad. La razón es obvia: los sentimientos tiñen la Razón y hacen al sujeto manipulable. Siempre que se echa mano de los sentimientos para convencer se está tratando de engañar. Infundir miedo, alarmar, generar un difuso temor en la población, reblandecer las conciencias haciéndonos sentir una compasión desmedida, o, de otro lado, empujar al odio y al resentimiento, son métodos para crear un rebaño asustado y fácil de manejar. Olvidado ya el miedo al peligro nuclear que imperaba en los años ochenta, se ha traído al primer plano el miedo al cambio climático. Y ahí tenemos ese esperpéntico circo creado por la ONU, con la niña Greta como figura estelar, tratando de imitar a aquel santón, Antonio Conselheiro que describe Vargas Llosa en su novela La guerra del fin del mundo, o a la francesa Juana de Arco; exhibiendo el muestrario de obsesiones y esquizofrenias que mostraban estos. ¡Que impere la irracionalidad, lo mágico, lo primitivo!, ¡que nadie cuestione el cambio climático ni la ideología de género!, ¡muerte a la Razón!
- No encuentro mejor calificación para el independentismo catalán que el de psicopatía colectiva. En Cataluña se ha conseguido el más exquisito adoctrinamiento social que se haya llevado a nunca a cabo en la historia de la humanidad. Ni siquiera en las sectas más cerradas se ha logrado una grey del talante pasional como la que forman los jóvenes independentistas. El adoctrinamiento ha conseguido que hijos de padres andaluces, murcianos, aragoneses, gallegos, castellanos, extremeños…, se lancen a una lucha ciega en nombre de las más fantasmagóricas esencias históricas catalanas que cabe imaginar. Los medios de comunicación catalanes, los centros educativos, las instituciones catalanas, tras de cuarenta años de adoctrinamiento sin cortapisa alguna, han conseguido rellenar las huecas cabezas juveniles con sentimentalidad revolucionaria e inventadas esencias de imaginarios héroes. Han conseguido que esos jóvenes renieguen de sus orígenes, de sus padres, de su lengua y de su cultura materna, y se entreguen a la irracionalidad y al engaño.
- Tenemos el ejemplo de movimientos redentores y salvíficos como el de la Revolución cubana o la Revolución rusa, que acabaron en catástrofes. Más cercano tenemos la revolución bolivariana o la revolución nicaragüense, que ya sabemos cómo han progresado. Hugo Chávez deja como sucesor a Maduro, que habla con él a través de un pajarito, y en Nicaragua su presidente pone de segunda a su mujer, una bruja reconocida. No digamos ya de la dinastía imperante en Corea del Norte. Pero tenemos otros salvíficos muy reconocidos, como Obama y la señora Clinton, que pretendían liberar de la oscuridad a Oriente Medio e inventaron la primavera árabe que acabó destruyendo la región. Ruego al cielo que me libre de quienes pretenden liberarme.