

Primeramente, quisieron cambiar el lenguaje común diciendo defender con ello a marginados colectivos minoritarios, y algunos académicos de la lengua mostraron su desacuerdo, pero a la mayoría no nos importó mucho.
Cuando impusieron la ideología de género pensamos que era cosa de locos, pero biólogos y médicos guardamos silencio.
Luego nos inculcaron la creencia en una religión climática y una gran cantidad de meteorólogos encontraron buenos trabajos, así que callaron; nosotros, los ciudadanos, por ignorancia o por miedo, también callamos, aunque remugando por los adentros.
Más adelante quitaron a los padres la patria potestad sobre sus hijos, y quienes tenemos hijos apenas nos atrevimos a levantar la voz.
Entonces pusieron barrotes insalvables entre hombres y mujeres, y seguimos callados porque nos amenazaron con leyes insidiosas.
Cuando prohibieron los desfiles de animales y la caza y las corridas de toros fueron perseguidas, también callamos porque no nosotros no éramos aficionados a esos actos.
Quisieron entonces prohibir la ingesta de carne y los coches de gasoil y gasolina porque—dijeron—contaminaban mucho, y callamos porque no era urgente y avisaron con tiempo.
Nos encerraron durante meses “por nuestro bien”, con la excusa de la pandemia y llegamos a pensar que eran lunáticos los que se negaban a ello.
Vino entonces lo inaudito, pues quisieron eliminar o cambiar la historia mediante leyes, y los historiadores no pudieron levantarse con el peso de la ley sobre sus espaldas; a los demás, no se nos oyó mucho.
Peor aún fue cuando declararon su verdad como la verdad absoluta, a la que todos debíamos subordinarnos, y el miedo a ser denunciados por contravenir tales verdades nos mantuvo en silencio.
Entonces subieron desmesuradamente los impuestos y dieron sueldos grandiosos a sus amigos y los colocaron en puestos relevantes de la administración, y como los políticos de la oposición se expresaron poco, a nosotros, ya para entonces, apenas nos salió una queja.
Dejaron que jóvenes sin intención de trabajar ocuparan las viviendas aprovechando la ausencia de los dueños, y lo hicieron como ensayo para lo que vendría después: la eliminación de la propiedad privada, pero entonces ya no nos quedaba un mínimo resuello para poder hablar.
Nos dimos cuenta entonces que todos caminábamos con la cerviz gacha, como llevan gachas sus orejas los zorros domesticados. Ya no había nada que hacer, los barrotes de la prisión nos cercaban y el cerrojo estaba echado.
Sin embargo, ¡albricias!, muchos jóvenes, ya totalmente domesticados, han dejado de probar la carne porque han sido acostumbrados a tomar un edulcorado biberón. Tampoco precisan coches porque se sienten felices viajando en grupo dentro de un vagón. No tienen propiedades, pero el Estado les provee de un vale con el que pueden pagar en alquiler su habitación comunal, su participación en las redes sociales, e incluso pueden tomar un taxi de cuando en cuando. Algunos, más avanzados, han prescindido totalmente del dinero, de la propiedad y de comer carne, y dicen vivir felices en enjambres comunitarios donde no tienen un solo momento para aburrirse.
La historia, el clima, la verdad, las creencias que han de tener, la identidad sexual, les son anunciados y dados por los Medios cada mañana al levantarse. El concepto de libertad ha dejado de existir para ellos por innecesario. Se han convertido en “zorros” totalmente domesticados. Como dijo la política danesa en el foro de Davos, “No tendrán nada y serán felices”. Bueno, eso sí, tendrán su conexión a Internet. Se habrá llegado al Mundo Feliz que escribió Aldoux Huxley, pero vigilados en todo momento por la atenta mirada del Gran Hermano que nos describe Orwell en 1984. Luego empezará a rodar la Agenda 2030-2050
Hola Fernando y Andrea. Que razones nos dejas cada día en Moral y Deseo. Lo clavas en cada artículo, estamos totalmente de acuerdo que además de Zorros saben llevar un antifaz sin látigo pero que lo sacan al que se mueve de la foto en la sociedad que vive sea independentista, okupa o del Peneuvista, lo jodido es que lo comentas a los gallegos que ya no sabemos si son nacionalistas que los del propio Kremlin. No ven la guerra y y hay más animales que hijos en algunas familias. Un abrazo de nuestra parte Santi ________________________________
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Hola pareja, gracias por tu comentario. Nos llamaremos estos días. Un abrazo
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Solo falta las CDBC que nos hará esclavos, que no siervos de la gleba porque estos seguían la misma suerte que sus señores. En el futuro habrá una élite con derechos muy diferentes a los que tendrá el pueblo llano.
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Resulta curioso que, con la posible excepción del interludio ateniense, todas las sociedades habían tenido élites que manejaban a sus ciudadanos a su antojo y desgarradamente, y que, tras la Segunda Guerra mundial, con las democracias representativas, sentíamos tener un respiro a esa opresión, pero ha durado poco. Las élites, en esta ocasión aliadas a los constructores de la nueva ley moral, los igualitaristas, nos dirigen a la esclavitud, «por nuestro bien», claro está. Las CDBC son una herramienta más de este embate que llevan a cabo.
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Toda esta planeación milimétrica también me deja pensando en la «conveniente» agenda «izquierdista» latinoamericana… ¿Naufragó la derecha en realidad? ¿Se trata de una estrategia para dejar que las cosas se pongan muy mal y luego llegar a «salvar la situación»? Adefesios como los de Venezuela y Argentina dejan qué pensar en medio de esta agenda que mencionas… Te leo.
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Bueno, parece que presentas dudas acerca de este movimiento revolucionario que nos encamina hacia el totalitarismo. Se trata, sí, de una corriente que estuvo estándose durante buena parte del siglo XX en Europa y en EEUU, y que en Latinoamérica, con Chávez y Fidel Castro, y en España, con Zapatero y ahora con Sánchez, se ha plasmado políticamente. Como ya sabes, tal movimiento conduce a una disminución drástica de las libertades, a la desaparición de facto de la democracia representativa, al empobrecimiento…, a cambio de un super Estado omnipresente en la vida de los ciudadanos, a una mayor igualdad distributiva, y a una nueva élite dirigente. Pero la izquierda no camina sola, sino de la mano de los grandes poderes globalistas, de la mano del Club de Roma, del Club Bildergerg, del Foro Económico Mundial de Davos, y de los grandes multimillonarios de la Tecnología y las Comunicaciones. Se trata de una gigantesco proceso de ingeniería social mediante el cual, la izquierda y los grandes magnates pretenden asimilar Occidente a China, con un control total de la población. Resulta difícil de asimilar, pero tal pacto presenta grandes semejanzas con el que se llevó a cabo entre el cristianismo igualitario y las élites del imperio romano en la época de Constantino, y que, con el tiempo, produjo el feudalismo y la Edad Media. La izquierda pasaría a ser la nueva Iglesia (con su manejo y control de la cultura y la moral, y la imposición de leyes, costumbres y normas) y las élites pasarían a ejercer el papel de la aristocracia guerrera (ahora aristocracia tecnológica y monetaria). Un poder bicéfalo como fue el poder feudal. Por lo pronto –no sé cómo estará el asunto en Colombia–, en Europa ya están obligando a la desaparición física del dinero. Todo será digital, e incluso se habla de su caducidad. Saludos
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Tiene mucho sentido y coherencia lo que dices… Hasta ahora empieza este asunto, y tampoco le auguro muy buen fin qué digamos
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¿Y cómo encaja la agenda de los gobiernos de izquierda que se apoderó de Latinoamérica y que tiene en España unos poderosos bastiones ideológicos? (México, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Perú, Brasil, Chile y Argentina…) No parece casualidad este ejercicio, este incendio… Te leo.
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Lo curioso es el hecho de la inoperancia de los políticos, sean del color que sean, para hacer frente a la imposición de los magnates del dinero –esos que nos quieren llevar hacia China–, y a la agresividad de la izquierda. Es un movimiento globalista hacia el totalitarismo, al que los políticos nacionales temen oponerse. Recuerda que, en estos dos últimos años, en Chile, en Perú y en Colombia, la izquierda produjo algaradas y destrucciones, y ningún político gobernante se atrevió a mover un dedo. Naturalmente, en las elecciones que siguieron, la izquierda se impuso en esos tres países.
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¿Vamos hacia el transhumanismo o hacia la tecnocracia? se que más que respuesta es una pregunta pero nuestro triste futuro está en una de estas tendencias
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Bueno, yo creo que combinará ambas tendencias. Los increíbles avances tecnológicos que están por implementarse, al juntarse con la «locura» medioambientalista, animalista, sensibilista, tenderán a producir un sujeto-máquina amaestrado, un nuevo animal de rebaño. Y ahí estarán los pastores de ese rebaño, los tecnócratas, servidores, a su vez, de una élite-cúspide que detentará el poder del mundo. No se oculta que tales élites y esos mesías de la izquierda, como el ínclito Sánchez, son admiradores del modelo chino y hacia él nos dirigen. La tendencia es a un compendio entre el mundo de 1948 y el de Un mundo feliz.
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