EXPIACIÓN

Llovía con inusual fuerza esta mañana (las hortensias de mi pequeño jardín agradecen el regalo del cielo) cuando de pronto me vino a la cabeza la gran estupidez alegada por Manuel Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, con la finalidad de dar pábulo al supuesto peligro de un supuesto cambio climático de origen antropogénico: “ La madre Pachamama se está vengando”. Tal declaración es toda una muestra de pensamiento mágico: una deidad, la Pachamama o Madre Tierra, nos castiga por el pecado de producir C02 y, como expiación, nos exhorta a ser más pobres para apaciguar a la deidad dicha.

Otros tipos de pensamiento mágico se propagan mucho últimamente. Buen ejemplo de él es esa majadería de culpar al varón blanco heterosexual de hoy en día de crímenes horrendos cifrados en la conquista de América, en las Cruzadas o en el comercio de esclavos, hechos que tuvieron lugar hace varios cientos de años. Creo que el proceso psicológico que conduce a lanzar tales disparates es complejo.

En primer lugar, la ideología de los agraviados delimita y separa en el corazón de su rebaño de súbditos el Bien y el Mal, los Buenos y los Malvados (lo hace de forma tan torcida que coloca a los musulmanes en el lado de Bien, cuando el propósito y la acción del islam ha sido siempre la expansión mediante la conquista, cuando eran los musulmanes quienes capturaban a los africanos y los vendían a los comerciantes de esclavos).

En segundo lugar, la ideología exige que los blancos occidentales de Occidente han de expiar su culpa por tan abominables crímenes del pasado humillándose ante los supuestos descendientes de aquellos agraviados de entonces, negros, árabes e indígenas americanos principalmente. Esto es, los que tienen el mismo color de piel de los agraviadores de hace quinientos o mil años, deben humillarse ante los que hoy tienen el mismo color de piel de aquellos a los que se agravió cientos de años antes. La foto nos muestra  a la señora Pelosi, presidente entonces de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, arrodillada, con la cabeza inclinada, pidiendo perdón a los miembros del Black Lives Matter  por no se sabe qué ofensa cometida contra ellos.

En tercer lugar, una vez que el “culpable” ha reconocido su culpa y se humilla, actúa la tendencia a la autojustificación de los pecados propios o elusión de responsabilidad personal, unida a la expiación suprema que la ideología dicta. Esta expiación del varón blanco heterosexual de Occidente consiste en declararse él mismo en víctima inocente, ¿víctima de quién? Víctima del enemigo ideológico: el capitalismo. Aquí paz y después gloria.

La ideología ha encauzado los corazones de sus huestes contra su gran enemigo, el capitalismo. Si eres anticapitalista formas parte del Bien, de los buenos, ya no eres culpable de las malvadas acciones de “tus antepasados”. Por fin, el pensamiento mágico ha convertido la gaseosa argumental en dinamita política.

FEUDALISMO POSMODERNO E IGLESIA DE LOS AGRAVIADOS

En Europa, durante varios cientos de años, el trabajador de la tierra estuvo sometido a dos principales gravámenes: el diezmo a la Iglesia y el pago en especie y servicios a los nobles feudales. Aquellos campesinos de entonces somos los ciudadanos de ahora, pero, ¿existe una nueva Iglesia que ejerza el papel de constricción que ejercía aquella? y ¿existe una nueva nobleza feudal a la que estemos sometidos en derechos, riqueza y libertad?

Indudablemente, los grandes señores del Globalismo, representados en el Club de Roma, el Club Bilderberg, el Foro de Davos, el Alto Comisionado de la ONU y en otras instituciones transnacionales, no ocultan su labor de control del ciudadano, de recaudar gabelas, de administrar, conceder o denegar derechos y libertades, de establecer conflictos militares, e incluso de dictar nuestro canon moral, cultural y económico. En toda la amplitud del término, ejercen de señores feudales, aunque no veamos sus castillos sobre altozanos y aunque aquellas pequeñas villas se hayan convertido en monstruosas ciudades. Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas de Grecia, en ese mismo sentido, lo restringe a lo que denomina Tecnofeudalismo, una nueva forma de Capitalismo en donde los dueños del capital ejercen su poder desde la Nube. Como aquellos otros del pasado, este nuevo feudalismo nubelista no obtiene beneficios, sino rentas, pues el beneficio es vulnerable a la competencia del mercado mientras que Google, Android, Apple, Meta, Amazon y otros, no compiten, se encuentran en la cúspide de la nube y obtienen sus rentas  de los usuarios. En cualquier caso, en el fondo, no se perciben diferencias significativas entre la función y el poder de los señores feudales de la Edad Media y la de estos otros de nuestros días. En mi libro Ideología y Revolución destaco el papel de la nueva Iglesia que hoy impone como dogmas cada uno de los puntos de su credo. Es una Iglesia que se ha ido formando a partir del posmodernismo filosófico, que unifica en dicho credo al ecologismo, al feminismo de género, al animalismo, y al socialismo, y a la que denomino Iglesia Unificada de los Agraviados (IUA). La IUA adora a una nueva deidad, el Planeta; amenaza con su particular Apocalipsis, el Cambio Climático; pretende ejercer imperio moral sobre los ciudadanos; tiene su propia Inquisición encargada de denunciar, reprimir, cancelar, linchar a cualquier disidente o a cualquiera que no cumpla con sus dictados de corrección política; y, sobre todo, constriñe nuestra libertad y nuestros derechos en un grado que recuerda al del catolicismo en la Alta Edad Media.

Bien, el nuevo feudalismo globalista y la IUA, como en la Edad Media, tienen un pacto de unión para el dominio de la población. Como en aquella época, una bicefalia intenta dirigir Occidente concretando una agenda (2030-2050) que acabe con los antiguos valores e imponga otros nuevos; que disminuya drásticamente la población mundial; que nos haga más pobres, dóciles, ignorantes y serviles. Estamos inmersos en el proceso.