CONDUCTA SOCIAL Y NATURALEZA HUMANA I

El hecho ha sido observado en multitud de ocasiones en muchas especies animales. Comprenderlo solo precisa de un ejemplo: Un rebaño ovino pastando apaciblemente a unas decenas de metros de un despeñadero; un pastor al que un fortuito menester aleja unos instantes del ganado; un oveja madura que por razones extrañas, obedeciendo a un mero instinto ocasional,  obedeciendo a una pulsión, echa a trotar y se desboca hacia el precipicio. Ahora viene el asunto principal: suele ocurrir que las demás ovejas, en fila, siguen los pasos de la primera y se despeñan también.

Los seres humanos no somos tan distintos a esas ovejas. Como ellas, somos gregarias, solemos tener pastores políticos y religiosos, y, los suicidios colectivos –siguiendo las indicaciones o doctrinas de un líder—han sido harto numerosos en nuestra especie. Desde sectas religiosas que se han inmolado a una orden de su líder, hasta la infinitud de guerras que no tuvieron otro propósito que el enfrentamiento entre líderes, ni otro resultado posible que la muerte de centenares, miles o millones de seres humanos.

Somos animales, somos gregarios y seguimos a un líder cual rebaño de ovejas o de lobos o de caribús. Nos creemos distintos porque, de manera singular, poseemos conciencia, pero, realmente, todas nuestras decisiones se toman en ese ámbito subterráneo que es el inconsciente.

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La conducta de los animales –deslindándonos ahora de ellos—resulta mucho menos complicada que la nuestra: es guiada y catapultada de manera casi exclusiva por los instintos. Sus instintos les indican la conveniencia que poseen las cosas para su supervivencia y bienestar, y les impulsan a conseguirlas. Los humanos disponemos, además, de otros mecanismos neuronales para percibir dicha conveniencia: poseemos la razón y los sentimientos, es decir, poseemos conciencia, poseemos la capacidad de obrar en el presente con vistas al futuro empleando el conocimiento del pasado. Esa amplitud de conveniencias (conveniencia instintiva, sentimental, racional) origina que la vida del hombre resulte un permanente conflicto: una  lucha interior entre conveniencias. El instinto nos suele decir una cosa, el sentimiento otra distinta y la razón otra más enrevesada aún.

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Hace poco comenté en un blog que nuestra civilización trata de reprimir nuestra naturaleza instintiva, nuestra naturaleza animal, y que en esa represión solapada se encuentra en gran medida la raíz de muchas de las enfermedades cuya etiología los médicos se encuentran incapaces de descubrir. Que tales enfermedades son harto frecuentes en quienes, por una causa u otra, han reprimido fuertemente su acción instintiva: quienes huyen de la relación social por temor a la alteridad del ‘otro’, quienes sofocan ilimitadamente su sexualidad, quienes llenos de temor a la experiencia social se refugian en  la soledad o en los animales, en los hipercompasivos, en aquellos que se horrorizan ante cualquier crueldad por insignificante que sea, en aquellos que temen todo lo que huela a competir, en quienes carecen de un itinerario de vida o no poseen un propósito vital. Abjurar de lo instintivo, querer matar la parte animal de uno mismo, lo entiende el organismo, de manera inconsciente, como un suicidio. Los impulsos instintivos se dirigen entonces, no a satisfacerse, sino a descompensan el funcionamiento de los diversos órganos del cuerpo, y, junto con el miedo, el gran represor del instinto, provocan la enfermedad.

En otros casos, una idea se apodera de nosotros, se asienta en la conciencia en forma de creencia (no siendo otra cosa que una ilusión), y obnubilando la razón y redireccionando la acción sentimental hacia el propósito que indica dicha idea, esto es, mostrándonos ciegamente una única e ilusa conveniencia, nos lanza a realizar grandes revoluciones y a producir grandes catástrofes en su nombre. El ejemplo de la Alemania de Hitler o del comunismo soviético, especialmente con Stalin, son bastante elocuentes al respecto. Pero no es preciso señalar casos extremos como los dichos, el ámbito social está lleno de comportamientos disparatados auspiciados por creencias que producen en las gentes una visión de la realidad alterada que puede llegar al fanatismo, esto es, a no ver más allá de sus narices, a pensar que todo el mundo está equivocado menos él, y a considerar su enemigo y declarar la guerra a todo aquel que discrepe de su verdad. El sectario, el revolucionario, el terrorista, son algunos tipos característicos de este tipo de gente. Es como si su cerebro estuviera cortocircuitado y solo la idea que le ronda produjera allí actividad. Los ejemplos son numerosos y no es preciso exponerlos.  Se está descubriendo que muchas enfermedades mentales son consecuencia de ese cortocircuitado y del miedo.

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Recojamos que somos gregarios, que solemos seguir a líderes y a fiar en su opinión, que poseemos mecanismos diversos y de diversa antigüedad evolutiva para percibir aquello que nos conviene para nuestro bienestar, que las ideas anidan en nuestro cerebro fabricando ilusiones que nos guían a comportamientos desastrosos, que renegar de manera notable de nuestra acción instintiva puede enfermar la mente y el cuerpo…

Nos falta hablar de la conveniencia sentimental y de la racional, y también somos capaces de producir tecnología y cultura y moral, pero estos temas serán tratados en próximas entradas de este Blog.

10 comentarios en “CONDUCTA SOCIAL Y NATURALEZA HUMANA I

  1. Esta cuestión que planteas siempre me ha intrigado. ¿Porqué somos tan estúpidos? ¿por qué nos dejamos arrastrar por ideas irracionales sin ser capaces de darnos cuenta del destino que nos aguarda?
    Y lo más sorprendente es que pese a todo, hemos llegado hasta aquí, lo que significa que no debe ser una estrategia tan desastrosa como parece.
    La explicación q1

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  2. Esta cuestión que planteas siempre me ha intrigado. ¿Por qué somos tan estúpidos? ¿Por qué nos dejamos arrastrar por ideas irracionales sin ser capaces de darnos cuenta del destino que nos aguarda?

    Y lo más sorprendente es que pese a todo, hemos llegado hasta aquí, lo que significa que no debe ser una estrategia tan desastrosa como parece.

    La explicación que yo he encontrado es la siguiente:

    Nuestro cerebro ha sido diseñado por la selección natural para resolver problemas a partir de datos incompletos y a veces inexistentes. Por otra parte necesitamos fórmulas de colaboración social en torno a proyectos y creencias generales.

    ¿Cómo se conjugan estos dos factores? Pues permitiendo que el cerebro elabore creencias sin fundamento, las asuma como válidas, y al mismo tiempo se deje impregnar fácilmente por aquellas que le son presentadas por los lideres, que a falta de mejor criterio, se supone que son los más capaces para dirigir al grupo y generar este tipo de creencias/objetivos.

    Si no contásemos con estas dos características, nos quedaríamos bloqueados individual y colectivamente y esto sería aún peor que caer al abismo de cuando en cuando.

    El problema es que ahora que la ciencia nos proporciona teorías correctas, la gente siga pensando por su cuenta, como si aún viviéramos en las cavernas.

    La educación debería hacer hincapié en imbuir en los educandos la buena nueva de que ya se dispone de sistemas capaces de discernir lo cierto de lo falso en muchos ámbitos. Pero el plan de estudios está tan atiborrado de conocimientos inútiles e impropios que no queda espacio para informar de este acontecimiento estelar que la mayoría ignora.

    ¡Un día tenemos que escribir un libro sobre el arte de pensar racionalmente!

    Saludos.

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    • Muy de acuerdo con casi todo.Las creencias, por ilusas que sean, nos sacan de la duda y automatizan nuestra acción y nuestros sentimientos. Hemos sido fabricados en la competición y en la colaboración, de ahí, de ese aparente dislate, proviene nuestro disyuntivo cerebro. No comparto esa confianza tuya en que la ciencia atenúe nuestra estupidez congénita. Ahí tienes a las facultades de ciencias llenas de podemitas. Y aunque creo que la educación es mejorable, por experiencia sé que no hace mucha mella en el caparazón de nuestro carácter gregario, nuestro carácter de rebaño que sigue las instrucciones del pastor abjurando del propio juicio. El ejemplo del rebaño filosófico es suficientemente explicativo al respecto; los creadores de grandes estupideces siguen en los altares de la filosofía. Ya sabes que la filosofía anda buscando todavía gamusinos por los cerros de Úbeda.
      Al menos lo intentaremos. Me refiero a lo de escribir el libro.
      Saludos

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  3. Lo que trataba de decir es que sería bueno que en la escuela se le enseñasen a los alumnos las técnicas que la ciencia ha desarrollado para distinguir las ocurrencias de los hechos objetivos. Por ponerte un ejemplo: Si el motor de agua fuese viable alguien pondría una factoría de coches de agua y se convertiría en el hombre más rico del mundo y por otra parte no pueden existir conspiraciones internacionales contra los inventores de motores de agua.
    Y ya puestos, explicarles que no se puede obtener energía del agua por procedimientos químicos al alcance de nuestra tecnología y además que el perpetuum movile es una fantasía que contradice todo lo que sabemos, a pesar que Youtube está plagado de este tipo de artilugios trucados.
    En fin, los fundamentos del conocimiento científico y los rudimentos del pensamiento lógico.

    Saludos.

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    • En ese aspecto sí que estamos totalmente de acuerdo, pero me ha podido en mi anterior respuesta el hecho de que estoy hasta el moño de que escuchar a estos pedagogos de la LOGSE que con una buena pedagogía todo sería jauja y todos los niños inteligentísimos y maravillosos

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  4. Yo estoy seguro que con un cambio radical en la educación se podría conseguir un cambio radical en la sociedad. Donde no nos vamos a poner nunca de acuerdo es en qué tipo de cambio habría que introducir. A modo de idea general, pienso que habría que procurar que los nuevos ciudadanos supiesen pensar con objetividad y fueran expertos en las habilidades que claramente contribuyen a ser más felices en la sociedad en que vivimos y viviremos en los próximos años.
    Y a titulo de ejemplo diría esto: Saber comunicarse, saber relacionarse socialmente, comprender y saber gestionar sus emociones y sentimientos, comprender la naturaleza humana desde el punto de vista antropológico, tener un modelo claro y utilizable del mundo que habitan etc. Y esto último significaría, por ejemplo, que antes que aprender a ajustar una reacción química o conocer la configuración electrónica de toda la tabla periódica, supiesen que la energía ni se crea ni se destruye y sobre todo las consecuencias prácticas que ese principio tiene sobre el mundo real y más concretamente sobre la política energética más adecuada o sobre las fantasías conspiratorias de petroleras, multinacionales y estados para privar al ciudadano probo de energía infinita y barata.
    En fin, un modelo del mundo que antes que una acumulación de datos y fórmulas inconexas sea una especie de oráculo virtual que nos permita resolver todo tipo de preguntas y cuestiones sobre las que hemos de decidir.
    Y como ejemplo más cercano, puede servirnos tus artículos, en cuanto que aportas datos contrastados sobre la naturaleza humana y cómo esta influye sobe la historia, la política y el quehacer diario. En lugar de estudiar a Platón, Aristoteles, o a Freud, habría que conocer a Darwin y la explicación global y lúcida que nos aportó.

    Saludos.

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    • No te niego que con propuestas como las que expones mejoraría la sabiduría de las gentes (sabiduría en el sentido ya explicado con anterioridad de capacitar àra ser más felices), pero soy escéptico ante la posibilidad de que una gran mayoría de gente, por mucha educación y muchos conocimientos que adquiera, no se deje acunar por la melodía del rebaño y delegue en éste sus criterios y sus juicios. Les resulta mucho más cómodo e incluso el resultado de ello puede producir beneficios a la sociedad (claro, siempre que el rabadán no sea un inculto imbécil como muchos políticos y egregios personajes resultan ser). Y luego está el problema de la comprensión. Por mi experiencia en la enseñanza, a una buena proporción de gente que está aprendiendo le resulta una montaña enorme distinguir el árbol de las hojas. Así que sí, estoy de acuerdo contigo en que un nuevo método como el que propones y un nuevo tipo de enseñanza puede resultar sumamente beneficioso para muchos individuos, pero no existe la panacea universal, y si señalas la estupidez de motor de agua mediante la tecnología actual, fíjate que hay miles de investigadores que a priori están bien cualificados, tienen cultura, conocimientos y experiencia de la vida, y sin embargo dan palos de ciego en busca de un imposible. Tal vez esté equivocado al respecto, pero soy pesimista respecto de que esos logros se puedan conseguir de manera universal. Sin embargo, como ya hemos comentado repetidamente, tu propuesta me parece interesantísima y merece el esfuerzo de tratar de sacarla adelante, o al menos de publicitarla.
      Saludos

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  5. No he querido decir que todos los españoles se conviertan en hombres sabios y prudentes porque eso sería más utópico que la dictadura del proletariado, pero sí creo que una mejora significativa en la educación de la población en esta dirección nos llevaría en una década a otro nivel. Lo que sí es una utopía irrealizable es creer que los políticos se iban a poner de acuerdo en este punto, pero por soñar que no quede. Para eso están los buenos blogs, para imaginar cómo podríamos crear un mundo perfecto.

    Saludos.

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