

A ver si me explico. El león, tras tomar muchas bifurcaciones en un largo camino evolutivo de lucha contra el medio hostil, se ha conformado en atención a su fiereza y poder. El guepardo, llegando por otro camino y tomando otras bifurcaciones evolutivas ha asentado su supervivencia en la velocidad. En cambio, el camino evolutivo de otras especies, en otros medios, ha seguido el rumbo de adquirir llamativos rasgos que les proporcionasen ventaja para el apareamiento sexual.


Así, el pavo real despliega un hermoso plumaje en competición con otros machos para atraer a las hembras a copular. Con el mismo propósito, los ciervos macho exhiben la magnitud de su cornamenta y su gran berrido en la competición.
Imaginemos que el medio en que se desenvolvieron los ancestros del león y del guepardo no hubiera sido hostil, es decir, que no hubieran tenido que luchar por el alimento ni por la defensa de su vida. En tal caso, su norte hubiera sido el del pavo real y el ciervo, la adquisición de vistosos rasgos para obtener primacía en el apareamiento, por lo que el león y el guepardo resultarían mucho más vistosos (desde el punto de vista de las hembras), pero sin su poderío y velocidad. Y, puestos a imaginar, imaginemos que la reproducción de esas especies hubiera podido ser asexual. Bueno, entonces, sin selección natural ni sexual, cualquier bifurcación habría sido posible, es decir, existiría un sinfín de formas y rasgos distintos en cada especie, los animales carecerían de habilidades y capacidades reseñables y el más ligero contratiempo pondría su supervivencia en grave peligro.
Bueno, con el mundo de las ideas sucede algo semejante. Ciñámonos a Europa para evitar dispersiones y que el asunto tenga más coherencia. En un mundo muy hostil aparecen por doquier ideas religiosas que prometen esperanza y consuelo en el Más Allá. Al cambiar la forma de la hostilidad del medio en el siglo XIX, aparece la Ciencia, la creencia en las bondades del comercio, y aparece el comunismo, que en su esencia es una idea religiosa que traslada el paraíso a la Tierra. Otras tendencias, propensiones, mutaciones o bifurcaciones aparecían frecuentemente, pero poseían rasgos poco aptos para el hostil hábitat de los europeos en ese siglo. Los cátaros, el vegetalismo y otras ideas previas tuvieron poco recorrido y fueron podadas del acervo de la población.
Ahora imaginemos que en Europa se hubiese desterrado la hostilidad del medio, es decir, que las necesidades alimenticias hubiesen estado bien cubiertas, no hubiera habido guerras y se hubiesen respetado todas las ideas (vaya, una utopía socialista). Algo así, excepto porque las necesidades no estaban cubiertas, tuvo lugar en la India durante algunos siglos en que apareció el budismo, el jainismo y millones de dioses hindúes.
Bien, en la Europa de la segunda parte del siglo XX se perdió esa hostilidad de que hablo y todas las ideas, unas más propensas al desarrollo que otras, se pudieron desarrollar sin poda. Entonces, la locura humana abrió sus fauces y exhaló ideas con contenidos, formas y coloridos extraños, fétidos en muchos casos. Lo de que la mujer es un constructo social, el transexualismo percibido, el ofenderse y denunciar por una mirada o un piropo, la deificación de la naturaleza, la santificación del sufrimiento animal, la idea de vengarse por hechos que tuvieron lugar hace mil años, la idea del lecho de Procusto aplicado a lo social en temas económicos, políticos, de trabajo e incluso de belleza, la idea de disminuir la población mundial a cien millones o de hablar de dignidad de árboles y montañas, la idea de no tener hijos para que no maltraten a los animales o para mantener el planeta a salvo…y, en fin, la idea más peregrina de todas, la de acabar con la población humana sobre el planeta para que éste se salve.
Conclusión: las ideas religiosas, las utopías, el misticismo, el budismo, el taoísmo, el confucionismo…, ideas que penetraron en la conciencia humana durante siglos, tenían funciones beatíficas tales como llevar esperanza y consuelo a las gentes, evitar su sufrimiento, desapegarlo de las ilusiones materiales, producirle paz y tranquilidad…Eran ideas destinadas a producir bienestar humano. Habían sido seleccionadas por su eficacia en esa misión. Sin embargo, las nuevas ideas sobrevenidas por la falta de hostilidad social, sin poda ni selección alguna, parecen destinadas a producir malestar, confusión y caos. Y es que si las ideas previas tenían como intención el bien de la humanidad, las nuevas surgen del resentimiento y su intención es la de destruir. Y recuérdese que el resentimiento y el rencor son fuerzas muy poderosas y dañinas, por esa razón se podaban o depuraban.
Todas esas ideas son producto de una minoría que pretende universalizarlas. A la masa, sin embargo, todo eso acaba por incomodarla. Otra cosa es que puedan «calar» en ciertas capas de la masa, siempre minoritarias, por el bombardeo a que los propagandistas someten a los espectadores que distraen su tedio vital con tales «entretenimientos». Pero, a fin de cuentas, ¿qué ocurre cuando a las masas se las incomoda con ideas que les producen «malestar, confusión y caos» por los que dicen favorecerlas? Pues ocurre lo que ha sucedido siempre cuando las masas están bien alimentadas…
Cierto viajero del siglo XVIII, que lo percibió con diáfana claridad, escribió esta sabia reflexión: «My pen revolts at the idea of considering mankind, in themselves, as favouring tyrannical establishments; but in very other situation we find them turbulent and uneasy, always pressing to a change until they get so overcome by the pressure of the yoke that they find no redress but to grin and bear it».
Ese será el fin, como en tantas otras ocasiones anteriores, al que llegaremos. O sea: «Nil novum sub sole…»
Me gustaLe gusta a 1 persona
El caso es que creo que no solo las ovejas caminan ahora hacia el abismo que les marcan las élites, sino que las éstas también se despeñarán por la impredicibilidad de la robótica con IA que aquellos creen dominar
Me gustaMe gusta
Todas esas ideas son producto de una minoría que pretende universalizarlas. A la masa, sin embargo, todo eso acaba por incomodarla. Otra cosa es que puedan «calar» en ciertas capas de la masa, siempre minoritarias, por el bombardeo a que los propagandistas someten a los espectadores que distraen su tedio vital con tales «entretenimientos». Pero, a fin de cuentas, ¿qué ocurre cuando a las masas se las incomoda con ideas que les producen «malestar, confusión y caos» por los que dicen favorecerlas? Pues ocurre lo que ha sucedido siempre cuando las masas están bien alimentadas…
Cierto viajero del siglo XVIII, que lo percibió con diáfana claridad, escribió esta sabia reflexión: «My pen revolts at the idea of considering mankind, in themselves, as favouring tyrannical establishments; but in very other situation we find them turbulent and uneasy, always pressing to a change until they get so overcome by the pressure of the yoke that they find no redress but to grin and bear it».
Ese será el fin, como en tantas otras ocasiones anteriores, al que llegaremos. O sea: «Nil novum sub sole…»
Me gustaMe gusta
Todas esas ideas son producto de una minoría que pretende universalizarlas. A la masa, sin embargo, todo eso acaba por incomodarla. Otra cosa es que puedan «calar» en ciertas capas de la masa, siempre minoritarias, por el bombardeo a que los propagandistas someten a los espectadores que distraen su tedio vital con tales «entretenimientos». Pero, a fin de cuentas, ¿qué ocurre cuando a las masas se las incomoda con ideas que les producen «malestar, confusión y caos» por los que dicen favorecerlas? Pues ocurre lo que ha sucedido siempre cuando las masas están bien alimentadas…
Cierto viajero del siglo XVIII, que lo percibió con diáfana claridad, escribió esta sabia reflexión: «My pen revolts at the idea of considering mankind, in themselves, as favouring tyrannical establishments; but in very other situation we find them turbulent and uneasy, always pressing to a change until they get so overcome by the pressure of the yoke that they find no redress but to grin and bear it».
Ese será el fin, como en tantas otras ocasiones anteriores, al que llegaremos. O sea: «Nil novum sub sole…»
Me gustaMe gusta