Romeo y Julieta, y otros amantes suicidas

El tan antiguo  tema de los amantes suicidas se ha novelado en diferentes épocas históricas. Romeo y Julieta es solo un ejemplo que la mano de Shakespeare hizo excelso, pero hay otras numerosas historias acerca del mismo tema. Con diferencias de matiz en unos y otros, los esquemas argumentales son muy parecidos: una joven pareja a quien su entorno social impide que se amen libremente, recurre a algún ardid para lograrlo, pero de dicho ardid se derivarán circunstancias funestas. Finalmente, al morir uno de ellos o al simular haber muerto, el otro se quitará  la vida o morirá de desdicha.

Hoy en día resulta difícil de creer en la existencia de los suicidios por amor. Más frecuente suele ser el suicidio por motivos de rechazo amoroso, y ni siquiera por esas, todo lo más, una leve depresión anímica y un resquemor a relaciones futuras. En cambio, los asesinatos del amante por despecho no son pocos: el rechazo lleva a la venganza. Recordemos la clásica frase del enamorado no correspondido: «Será mío/mía o no será de nadie». Sin embargo, el Romanticismo nos enseñó que el suicidio por amor o por rechazo puede ser un acto poético, y no fueron pocos los que, como nuestro Larra, cumplieron con ello.

Píramo y Tisbe

Yendo al tema, los primeros amantes suicidas de quienes la literatura nos ofrece noticias fueron Píramo y Tisbe. Estos babilonios, que vivían en hogares cercanos, encontraron en sus padres la oposición a su amor juvenil. Un buen día acuerdan encontrarse en las cercanías de un bosque y huir en la oscuridad de la noche, pero las circunstancias enredan el encuentro. Tisbe llega al lugar pero la amenaza de una leona la obliga a esconderse en una oquedad rocosa. Se le cae el velo con que se cubría y la leona le mancha de sangre. Llega Píramo y, al verlo ensangrentado y sabiendo que era de su amada, la cree muerta. Allí mismo se clava su cuchillo. Tisbe sale de su escondite y ante la visión de su amado muerto, le arranca el puñal y se lo clava ella. Desde entonces, los frutos de la morera se tiñen de púrpura.

Tal es la leyenda que narra Ovidio en su obra La metamorfosis, pero otros autores hablan de una Tisbe embarazada que se suicida por miedo a sus padres. Tal suicidio causa el de Píramo. Tisbe se convierte en fuente y Píramo en río. Los Beatles hicieron una adaptación teatral  de este relato, actuando Paul McCartney de Píramo y John Lennon de Tisbe. En estos dos enlaces puede visualizarse.

Tristán e Iseo (o Isolda)

He aquí a dos amantes que habitan Cornualles, Irlanda y Bretaña, es decir, que son personajes de las leyendas celtas, es decir, que el relato de sus amores es extraordinario, con todo lujo de maravillas, tal como lo es la literatura de origen céltico. Tristán, el sobrino y protegido del rey de Cornualles, viaja a Irlanda con el fin de traer a la joven Iseo para casarse con su tío. Iseo se enamora enseguida de Tristán, pero éste, por amor y respeto hacia su tío, se mantiene inalterado ante sus encantos. Ocurre entonces algo que va a resultar trágico, la pócima de amor preparada para que Iseo se enamorase de su futuro marido la bebe por error Tristán. Ya tenemos a los dos personajes enamorados, aunque no es voluntad de Tristán, sino efecto del filtro de amor que ha tomado.

Las peripecias en que se ven envueltos los dos amantes son numerosas y sería prolijo contarlas, así que vayamos al final; un final funesto, claro está. Tenemos a Tristán en Bretaña junto a su amigo Kaherdin e Iseo, la de las Blancas Manos (que no es  Iseo la Bella —o la Rubia—, que es a quien Tristán ama), con quien está casado. Tristán sufre una herida envenenada y pide a su amigo que vaya a Cornualles en busca de su amada, Iseo la Bella, porque sólo ella  puede curarle. Antes de partir le encarga que si regresa con ella ponga velas blancas en el barco, y negras en caso contrario. Iseo está con su esposo el rey, pero escapa para regresar con Tristán y curarle.

El despecho de Iseo la de las Blancas Manos hacia Tristán —por no amarla a ella sino a Iseo la Bella— va a ser el desencadenante de la tragedia. Tristán espera ansioso la venida de su amada Iseo, pero su estado le impide asomarse al puerto. La de las Blancas Manos le dice a Tristán que se ve un barco con velas negras, lo que le hace morir de dolor. Llega Iseo poco después Iseo la Bella y al verlo muerto muere a su vez de amor por él. (Morir de amor de esta manera es en verdad una suerte de suicidio: no lo ordena la voluntad, sino todo el organismo, que abandona su funcionamiento).

Wagner creará una obra lírica sobre la obra, pero le dará un final un tanto diferente. En realidad, de Tristán e Iseo existieron varios poemas que se han perdido, y los que poseemos, escritos en el siglo XII, presentan diferencias los de Béroul, de Thomas de Bretaña y del alemán Eilhart.

En este enlace se cuenta la historia: https://youtu.be/h1KHlAAjaBk

Romeo y Julieta

También en esta historia es la oposición de las familias, los Montesco y los Capuleto, quienes constituyen el problema al que se enfrentan los enamorados. El enredo fatal es también aquí una pócima que provoca a quien la toma un sueño que dura 24 horas. Julieta la toma para que, creyéndola muerta, pueda evitar casarse con el pretendiente que sus padres le han asignado. Romeo debía estar al tanto del asunto por un mensajero, pero el mensaje que aclararía el simulacro nunca le llega. Muy al contrario, su criado le anuncia que Julieta está muerta. Entonces, no pudiendo vivir una vida sin ella, toma a su vez un veneno y cae muerto a su lado. Julieta despierta y la desdicha que siente le hace tomar el puñal de Romeo y darse muerte.

La historia la toma Shakespeare de una larga tradición de trágicos relatos italianos que muy probablemente se inspiraban en la historia de Príamo y Tisbe.

Aquí pongo también un enlace a un resumen de la historia: https://youtu.be/38AucUcn-wU

Calisto y Melibea

El tema de Calisto y Melibea se trata en la obra de Fernando de Rojas La Celestina. Al contrario de los otros relatos que tratamos, en Melibea hay un rechazo hacia Calisto, pero, no nos sintamos decepcionados, también existe la pócima para solucionarlo. Calisto siente un frenético amor hacia Melibea pero es rechazado. Un criado le consuela asegurándole que logrará el amor que tanto anhela por mediación de la Celestina, una «alcahueta y hechicera» que actúa por dinero. El elixir de amor empapa en este caso una madeja de hilo que siendo tocada por Melibea hace nacer en ella un fuerte deseo amoroso hacia Calisto.

El desenlace final tiene lugar por un accidente. Es el tercer encuentro de los enamorados en casa de Melibea, y Calisto queda dormido en su regazo. Despierta tarde y corre presuroso por temor a que el padre de Melibea les encuentre juntos en los aposentos de ella. Al tratar de escapar por un muro, resbala y cae con tan mala fortuna que muere en el acto. Al enterarse de su muerte, Melibea, hechizada aún, se tira desde lo alto de la casa y pierde la vida. ¡Suicidarse por un accidente y una pócima de amor!

Y he aquí una dramatización juvenil de la obra: https://youtu.be/xsyy1HuvoL8

Los amantes de Teruel

Son Diego de Marcilla (el nombre original era Juan de Marcilla) e Isabel de Segura, y la acción ocurre en el siglo XIII en Teruel, una ciudad de Aragón. La casualidad hace que se encuentren en el mercado y nazca el amor en ellos. Diego, de escasas riquezas, piensa en salir al mundo a ganar fortuna con el fin de ser aceptado por los padres de Isabel. Se embarca hacia la Reconquista de Al-Ándalus suplicando un plazo de espera para su vuelta de cinco años, que Isabel acepta.

A punto de cumplirse el plazo y sin tener noticias suyas, Isabel lo cree muerto y acepta casarse con otro. Varios imprevistos han retrasado a Diego, que llega cuando la boda ya se ha celebrado. Enajenado, se introduce en la alcoba de los recién casados y mientras el marido ronca Diego suplica un beso, pero la casta Isabel se niega a tal requerimiento. Diego cae entonces muerto de amor (el organismo entero se suicida). Al muerto lo retiran, pero antes de ser enterrado Isabel aparta la mortaja y lo besa con tal amor y delirio que cae allí mismo muerta.

La versión más conocida de esta leyenda la escribió Juan Antonio Hartzenbush, pero ha habido otras muchas versiones, entre ellas la de Tirso de Molina. Tomás Bretón compuso una ópera con el tema. Y quizás el tema sea menor en comparación con los anteriores, pero no cabe duda de que tiene en la actualidad una gran proyección popular. Cada año se celebra en Teruel, durante varios días y con gran asistencia de público, el suceso, que se presenta como obra de teatro con gran boato y acierto.

Éste es un bello resumen: https://youtu.be/bBZ_vCu0G1M

Estos trágicos amoríos me hacen pensar en la inconsistencia de la naturaleza humana. Imaginemos que los protagonistas no han sufrido esos funestos sucesos y, por el contrario, se han casado. Muy probablemente su amor se hubiese secado en pocos años, pasando a un estado de indiferencia amorosa, de simple afecto o de odio entre ambos. Sin embargo, el amor puede perdurar hasta la muerte (aunque ésta sea muy lejana) al modo de Abelardo y Eloísa. El filósofo y su alumna tuvieron amoríos que se hicieron famosos ya en el siglo XI. Pero era demasiado para la época. A Abelardo le castraron y a Eloísa la obligaron a entrar en un convento. Sin embargo, ese distanciamiento y las amorosas misivas que se escribieron hasta su muerte, lograron mantener la llama de su pasión sin extinguirse.

Lo cierto es que la irracionalidad humana termina por sacar cualquier cosa fuera de quicio.