EL ANTISEMITISMO DE AYER Y DE HOY

Se ha vuelto a poner de moda ser antisemita, sobre todo en la izquierda, que se afana en que se rompan todo tipo de contactos con Israel, su comercio y sus universidades, así que he echado un vistazo a la historia del antisemitismo en busca de encontrar razones de su prolongada permanencia en el tiempo.

El periodista alemán Wilhelm Marr acuña en 1873 el término antisemitismo a fin de poner nombre a la hostilidad que él mismo y una parte de la población alemana sentían hacia el pueblo judío. La palabra ‘antisemita’ lleva a engaño porque su etimología no se corresponde con la intención con que se usa. ‘Semita’ proviene de Sem, uno de los hijos de Noé, del que se supone provienen los pueblos semitas, entre los cuales figuran los árabes y los judíos; sin embargo, el término es usado exclusivamente contra los judíos.

Razones y singularidades

En fin, las razones de tal ‘antisemitismo’ hay que buscarlas en las singulares y sorprendentes características del pueblo judío, así como por el hecho de haber sido la mayor parte de su historia un pueblo migratorio.

La más radical característica del pueblo judío es la de poseer en exclusividad un dios que vela por su linaje, esto es, un Dios (que originalmente se le contempla situado por encima de todos los dioses y posteriormente se le considera único) que les conduce, que les beneficia o perjudica según cumplan o no con sus encomiendas. Al amparo de ese mismo Dios surgen con el tiempo el cristianismo y el islamismo, religiones a las que pertenecen la mayoría de los creyentes religiosos del mundo.

Como digo, ha sido un pueblo migratorio. Ya en el siglo II a.C. había casi un millón de judíos repartidos entre Alejandría, Babilonia y Antioquía. No obstante su dispersión, el poseer a Dios de manera exclusiva fue siempre el gran lazo que les mantuvo unidos como pueblo (‘Pueblo Escogido’), obligándoles a lazos de sangre, es decir, a no mezclar su linaje con el de los ‘gentiles’. Tales particularidades están en el origen de que fuesen diezmados pero que sobrevivieran como ‘pueblo’. Desde los tiempos del Imperio Romano hasta ahora mismo, han sido el chivo expiatorio en todos los territorios europeos. (véase https://moralydeseo.com/2022/05/09/el-chivo-expiatorio/  ).

Otra característica destacada de ellos es su desproporcionada contribución al Conocimiento. El Arte, la Cultura, la Ciencia, sobremanera durante todo el siglo XX, han sido en gran medida obra del linaje judío. Pensemos en las grandes mentes: Einstein, Freud, Marx, Oppenheimer, Von Newman, Richard Feynman, Niels Bohr, Philip Roth, Paul Auster, Boby Fisher, Georg Cantor… han pertenecido a la estirpe judía(Véase, https://moralydeseo.com/2018/10/15/judios-en-el-siglo-xx/ ). Constituyendo apenas el 0,2 % de la población mundial, durante el siglo XX, el 27% de los que han recibido el premio Noble de Física han sido judíos, un 29% de los de Medicina, un 38% de los de Economía, y un 50% de los ganadores del Premio Leroy Steel de Matemáticas han sido judíos. ¡Gigantesca desproporción!

Entonces, vayamos al hecho de esa condición de Chivo Expiatorio que a lo largo de su historia ha tenido el pueblo judío.  Hemos de considerar que el pueblo gitano también ha sido un pueblo migratorio (al menos desde el siglo XV), que también ha sufrido persecuciones de todo tipo y que formaron comunidades asiladas de los que unos y otros denominaban ‘gentiles’ y ‘payos’ (en España así denominan los gitanos a los que no son de su etnia). Sin embargo, unos y otros presentan algunas características que les diferencian. Es cierto que ambos pueblos olvidaron con el tiempo su lengua, aunque mantuvieron en gran medida su cultura de origen, pero mientras que los lazos del pueblo gitano se fundamente en sus rasgos culturales y étnicos, los lazos del pueblo judío tienen una componente religiosa que no posee el pueblo gitano y que constituye la base de su identidad. Otra gran diferencia entre los dos pueblos es el valor que otorgan uno y otro a la Escritura, a la Ciencia, al esfuerzo en el trabajo. Todas esas diferencias han causado que las persecuciones contra los judíos hayan sido más sistemáticas y más enconadas.

Tengamos en cuenta que las ideologías –sean religiosas, nacionalistas o igualitaristas– son totalitarias:  pretenden ejercer un poder total, así que ven en cualquier rival un enemigo al que callar, expulsar o aniquilar. San Pablo condenó a los judíos (él era judío) con estas palabras: ‘Los judíos son enemigos de la Humanidad’; San Agustín añadió más cizaña, recomendando que no se les matase pero que se les despreciara. Tales recomendaciones de estos dos Padres de la Iglesia, sirvieron de argumento al Cristianismo para atacar al pueblo judío hasta hace apenas unos años. Tal es la inercia que toman algunas palabras en el aconciencia de las gentes.

Hemos de significar, también, que la laboriosidad y el saber hacer de muchos judíos les sirvió para encumbrarse a altas posiciones sociales, destacando como banqueros, prestamistas y cuidadores de las finanzas de reyes y nobles duarante muchos siglos. Tal elevación de algunos de ellos no podía ser sino la espoleta para hacer estallar el resentimiento en las masas, ya predispuestas a la animadversión por los ataques y la propaganda clerical contra ellos. El judío fue considerado enemigo que pactaba con el diablo, un avaro que solo miraba por su enriquecimiento, un sacrificador de niños y un pueblo que asesinó a ‘Nuestro Señor Jesucristo’.

Así que, allí donde una ideología necesitaba consolidarsese, el judío pasaba a ser el enemigo responsable de todos los males, aquel sobre el que verter el odio de la población. De esa misma manera, tras la descolonización del mundo árabe y la llegada de Nasser al poder en Egipto, comienza una etapa de panarabismo, de fortalecer la idea de identidad árabe y musulmana, y, automáticamente, el pueblo judío se convierte en el enemigo a liquidar. Su proclama fue ‘echar a los judíos al mar’.  Las mismas razones sirvieron para que Hitler estableciera la ‘solución final’ para el pueblo judío: su exterminación. Y las mismas razones le sirvieron a Stalin para perseguirlos en la URSS cuando percibe que los judíos rusos muestran gran entusiasmo hacia el Estado de Israel. Si hasta los años 40 del siglo pasado los antisemitas habían sido el Cristianismo y los nacionalismos europeos, a partir de esas fechas se les agregan los nacionalistas árabes y el comunismo.

Antisemitismo en Occidente en el siglo XX

En Occidente, horrorizados aún por el Holocausto, en plena guerra fría, y siendo defensores del modelo democrático, nos mostramos favorables a que el pueblos judío tuviese una patria, Israel, y a que se defendiese de las intenciones malsanas que tenía para ellos el mundo árabe. ¡Hasta que se fraguó el gran pacto entre la izquierda y los musulmanes!Cosa que parece increíble, ¿verdad?, aquella izquierda que surgió de la Ilustración hubiera considerado tal pacto un crimen. Pero no se debe olvidar que Stalin había sentado las bases del antisemitismo en la izquierda, y la inercia que toman las palabras de un líder en la conciencia de las masas hace que se mantengan indefinidamente. Además, tal pacto fue subscrito por otros muchos líderes de izquierdas.

Seguimos. En la segunda mitad del siglo XX surgió un movimiento cultural que se agrupó con el nombre de Posmodernismo. Nos interesa su vertiente fiosófica y su lugar de procedencia, Francia. Hago notar que sus integrantes pertenecían a la extrema inquierda y que casi todos tuvieron una estrecha relación con el mundo árabe. Aplaudieron la descolonización de Argelia, nada dijeron contra el entrenamiento de terroristas en la Libia del coronel Gadafi, y, en el caso de Foucault, se mostró entusiasmado con el régimen teocrático impuesto en Irán por el Ayatolá Jomeini, además de –¡búsquese la lógica por alguna parte!–ser uno de los principales promotores del radicalismo feminista y de los primeros esbozos de la Teoría de Género. Así que los movimientos de izquierda de finales del siglo XX, tal como un rebaño siguiendo los silbos de sus pastores, plantaron en su conciencia un novedoso e increíble pacto entre socialismo, feminismo islamismo y ecologismo. Pacto que, por lo dicho, definía un nuevo enemigo, el pueblo judío. La irracionalidad y la incoherencia del pacto no presenta para ellos ninguna relevancia, lo que importa es acabar con el Capitalismo. De esa forma, el cartel de antisemitas se amplía con la entrada en él de la izquierda y sus aliados de nuevo cuño. Resulta abismal la diferencia entre esta nueva izquiera (el socialismo del siglo XXI) y la izquierda que surgió de la Ilustración, pero ¡importa lo que importa!

Esa nueva izquierda es la que levanta a las universidades de EEUU contra Israel y los judíos, y que se manifiesta en ese sentido en las pricipales ciudades de Europa. Claro es que los países árabes han pasado a financiar a las grandes universidades norteamericanas, como Harvard, y que, por ejemplo, Irán subvenciona generosamente a la extrema izquierda española. Descendientes ideológicos de comunistas y nazis, esa izquierda de la corrección política basada en la identidad tribal, rechazan los logros de la democracia, las libertades  y los derechos individuales. Se manifiestan contra Israel porque –dicen–está cometiendo un genocidio contra el pueblo palestino. Veamos su antisemitismo

El supuesto genocidio como excusa

Para percibir el sinsentido de estos que dicen luchar contra el genocidio, expongo unos cuantos sucesos que están ocurriendo en el mundo, sobre lo cuales nada dicen. Nagorno Karabaj era un enclave armenio rodeado por territorio de Azerbaiyán. El uno de enero de 2014, después de una guerra de extrema brutalidad y decenas de miles de muertos por parte armenia, una limpieza étnica obligó a cien mil armenios a abandonar dicho enclave. Turquía apoyó con armas y ayuda militar a Azerbaiyán. Recordemos que Azerbaiyán es un Estado musulmán y la población armenia es cristiana.

En Egipto la Iglesia cristiana copta, cuyos fieles representan un 10% de la población del país, es perseguida por los Hermanos musulmanes con cientos de asesinatos y un ingente número de iglesias quemadas.

En el Estado de Benue, en Nigeria, hay un campamento de refugiados con más de un millón de cristianos desplazados por el genocidio que llevan a cabo algunos grupos islámicos en otras zonas del país.

En Sudán del Sur existe un campamento con dos millones de cristianos refugiados ante las matanzas que se producen contra ellos en Sudán del Norte —de religión musulmana.

En Burkina Faso, solo en 2022 se produjeron 3.600 asesinatos de cristianos y más del 40% del territorio está en manos de yihadistas.

En fin, además de los países africanos nombrados, en la persecución y matanzas de cristianos los acompañan Mozambique, República Democrática del Congo, Somalia, Eritrea, Camerún, Mali, Níger, Chad y Libia.

Cientos de miles de muertos durante los últimos años. Millones de refugiados. ¿Qué tienen en común todos casos nombrados?: Los genocidas son todos musulmanes; las víctimas son todas ellas cristianas. ¿Han informado las televisiones acerca de estas masacres?, ¿Se han manifestado los universitarios de EEUU o de Europa contra los asesinatos masivos que se llevan a cabo contra cristianos?, ¿se ha pronunciado alguien del gobierno español o de cualquier gobierno europeo contra tales masacres?, ha dicho una sola palabra sobre esas persecuciones y genocidios la izquierda europea o norteamericana?, ¿se ha manifestado el feminismo de Occidente contra los millones de mujeres cristianas violadas sistemáticamente o asesinadas en África por la población musulmana? NO, ¿verdad? «Algo huele a podrido en Dinamarca»

Tampoco pusieron el grito en el cielo la izquierda y el feminismo de Occidente cuando, tras lanzar Hamas miles de cohetes explosivos contra Israel, degollaron a más de 1500 personas en una escenificación de la barbarie que no tienen parangón ni en las cámaras de gas que emplearon los nazis. Ni tampoco consta una sola condena contra Hamas por parte de esos progres occidentales o por parte de esos estudiantes tan indignados contra Israel, por el hecho de colocar sus armas ofensivas en hospitales o por impedir salir a la población palestina de Gaza cuando los israelíes anuncian un bombardeo a un refugio de soldados de Hamas, es decir, por utilizar a su población como carne de cañón para concitar odio contra Israel en el mundo musulmán.

Desde luego, ninguna televisión de Occidente nos informa de la intención de todo el mundo musulmán —tantas veces declarada—de ‘echar a los israelíes al mar’, esto es, de provocar un genocidio total de los judíos de Israel; de que la defensa de Israel es un ineludible ejercicio de supervivencia. Ni se dice que quienes contean el número de muertos son los mismos palestinos y que la ONU da ese conteo por bueno. Ni se dice, claro está, que hay 400 mezquitas en Israel y ninguna sinagoga en Gaza y otras zonas palestinas; ni de que viven 2,2 millones de árabes de Israel o que 130.000 palestinos trabajan en Israel; o que al entregar Israel la Franja de Gaza a los palestinos, los israelíes habían convertido el desierto en un vergel y en cientos de edificios, que los palestinos se encargaron de destruir hasta los cimientos y de convertir todo de nuevo en desierto en cuanto tomaron posesión de la Franja.

Ahora bien, eso sí, ¡todo el odio del feminismo y del progresismo de izquierdas contra Israel!. ¡Lo demás no importa!¡Siempre a favor de las dictaduras, sobre todo si son teocráticas!

LA MONSTRUOSA NATURALEZA HUMANA 

El nazi Adolf Eichmann fue encargado de la logística del transporte de judíos hacia los campos de concentración y las cámaras de gas durante la Segunda Guerra Mundial. No solo ejerció sus funciones en la Alemania nazi e Italia, sino, también, en países como Hungría, Rumanía, Eslovaquia, Polonia, Austria, Bulgaria, Grecia, que habían caído bajo la influencia de Alemania, y, obviamente, en aquellos países de los que Hitler se apoderó, como Francia, Noruega, Dinamarca.

Hannah Arendt fue una filósofa alemana, judía, amante durante un tiempo de Heidegger, al que se considera el filósofo más importante del siglo XX y, también, uno de los principales intelectuales del partido nazi. Arendt escapó a tiempo de Alemania y se radicó en EEUU, cuya nacionalidad tomó.

En mayo de 1960, un comando del Mossad, la Agencia de Inteligencia de Israel secuestró en Buenos Aires a Eichmann y lo llevó prisionero a Jerusalén para ser juzgado. En 1964, Hannah Arendt publicó el libro Eichmann en Jerusalén, donde recoge las vicisitudes de tal proceso y su argumentario jurídico. Pero Arendt es filósofa y el tema del libro le sirve de excusa para mostrar en carne viva a la especie humana.

Lo que podría resultarnos más sorprendente, e incluso inconcebible, el sometimiento de todo el pueblo alemán a la voluntad y a la locura de un solo hombre, Adolf Hitler, no resulta tanto, pues al conocedor de la Historia le resulta cotidiano. Sin ir más lejos, el siglo XX nos muestra algunos ejemplos semejantes: sometimientos a Stalin, Pol Pot, Fidel Castro.

Millones de personas ‘normales’, buenos cristianos, filósofos, científicos, amantes esposos y padres, cultos, respetuosos con la vida…, primero seducidos por la idea de la Gran Raza, y, después, por su atadura a la organización social, por el miedo a ‘desentonar’ y por la ‘obediencia debida’, reemplazaron en su conciencia la parte humana por el odio al “enemigo judío” y sirvieron ciegamente como piezas de engranaje de la gran maquinaria de exterminio nazi. Solo unos pocos sacerdotes católicos y reverendos protestantes se opusieron públicamente a la muerte de los judíos.

Aun así, tal lacayil comportamiento, tal falta de potencia como individuos, tal renuncia a la libertad en nombre de una idea y un líder, no sorprenden tanto como sorprenden las respuestas de las gentes al aprisionamiento de judíos en esos países de Europa que se han nombrado. En primer lugar, sorprende favorablemente que estudiantes y trabajadores holandeses hicieran huelgas contra la deportación de judíos a Alemania, y escondieron en sus casas a una buena parte de ellos. Sorprende de igual modo que los daneses, con su rey a la cabeza, se negaran a acatar las órdenes de los ocupantes alemanes contra los judíos y les ayudaran a escapar hacia la neutral Suecia. También sorprende que en Italia y en Bulgaria se burlasen las órdenes alemanas con engaños y trampas.

Por el contrario, no nos extraña que en países como Lituania, Polonia y Ucrania el antisemitismo estuviese muy extendido. Llevaban siglos lidiando con una población judía que se negaba a integrarse culturalmente, que rechazaba los matrimonios mixtos, que formaba comunidades cerradas, y que, con frecuencia, destacaban en los negocios y en la posesión de riquezas. La población de esos países era antisemita pero no participó en los asesinatos en masa contra ellos. Sin embargo, llama poderosamente la atención que tuviera que ser el ejército italiano quien protegiese a los judíos de los griegos y del gobierno de Vichy, y los acogiesen en la Costa Azul ocupada por los italianos.  Y muy especialmente, clama al cielo el fervor antijudío de los rumanos, que hizo temer a Hitler que en la “solución final” (el asesinato de todos los judíos de Europa), Alemania fuese superada por Rumanía.

A pesar de las monstruosas manifestaciones de la naturaleza humana mencionadas, sorprenden en mayor grado el comportamiento de los propios judíos. Que fuesen consejos judíos –integrados generalmente por destacados dirigentes de su comunidad en el país de que se tratase—quienes cooperaban en las tareas administrativas y policiales de confiscar las pertenencias de los propios miembros de su comunidad y de enviarles a Auschwit, Treblinka o cualquier otro campo de internamiento y muerte; y que, incluso, fuesen técnicos judíos los que construyeron las cámaras de gas de Theresienstadt,  que fuera judío el verdugo al servicio de la horca, y que en muchos campos hubiese policía judía al servicio de los guardias alemanes.

Tal fratricidio y servilismo nos lleva a la Gran Sorpresa: que la comunidad judía fuese una y otra vez al ‘matadero’ como mansos corderos, sin rebelarse. Más de dos mil años de pogromos contra los judíos habían logrado esa pasividad de rebaño. Tan solo al final de la guerra, con las tropas soviéticas a las puertas de Varsovia, se atrevieron los judíos polacos a hacer frente a los alemanes. Una rebelión infructuosa que contó con la pasividad de los soviéticos, quienes no movieron un dedo para parar las matanzas en el gueto de Varsovia. (Stalin se había encargado de asesinar a 22.000 oficiales polacos en los bosques de Katyn).

Sin embargo, la Gran Impresión nos la describe Arendt en pocas palabras: La terrible banalidad del mal. Esto es, comprobar –como se mostró en el juicio contra Eichmann—que éste era una persona ‘normal’, que no era un monstruo, que era un buen padre de familia, que, incluso, no sentía odio hacia los judíos, que era la tranquilidad de obedecer sin cuestionamientos de ninguna clase lo que operaba en él. La obediencia, la moralidad de las órdenes, el formar parte y estar al abrigo de un rebaño, el ser parte de un engranaje bien engrasado y el alejar de la conciencia la compasión y el arrepentimiento. Tal comportamiento tribal es lo que hace monstruosa nuestra naturaleza. Por esa razón, las ideologías de rebaño (comunismo, nazismo, fascismo, socialismo, nacionalismo…) son tan peligrosas, porque nos privan de la libertad individual –diluyen al individuo en el colectivo—y  nos convierten en monstruos capaces de cualquier iniquidad en nombre de las ideas,  nos convierten en engranajes automatizados.

Arendt pone de manifiesto que todos somos monstruos en potencia, y que las ideologías de raíz tribal nombradas sacan nuestra monstruosidad de su latencia.