Los antiguos cuentos de los hermanos Grimm o de Chistian Andersen o de Perrault que nos contaban de niños contenían todos ellos una sabia lección moral que enseñaba los valores por los que se deberían regir los comportamientos sociales. En nuestra sociedad globalizada, con la corrupción galopando entre los gobernantes, esos valores siguen siendo válidos, valga la redundancia, tan solo hay que darles el enfoque adecuado. Eso mismo pretendo al contar estos cuentos que espero sean de su agrado.
Los tres cerditos. Anónimo.
Hubo una vez tres cerditos que decidieron hacerse una casa, pero como tenían distinto carácter no se pusieron de acuerdo y acabaron construyendo cada uno la suya. Uno de los cerditos era muy perezoso y no empleó mucho tiempo en hacerse una casa de paja. Otro cerdito –tampoco muy laborioso—la construyó con ramas. Solo el tercero, previsor, la construyó de ladrillo y cemento. No mucho después apareció un lobo hambriento que derribó de un soplido la casa de paja. El cerdito se refugió en la casa de ramas, pero el lobo sopló y sopló y acabó derribándola, así que los dos se refugiaron en la casa de ladrillo que había construido su laborioso hermano. Ésta no la pudo derribar el lobo, y los dos cerditos perezosos aprendieron la lección de que solo con el esfuerzo se consiguen la seguridad del mañana.
¿De qué tres cerditos hablamos? El cerdito que construyó su casa con la paja de la falta de laboriosidad y los engaños y estafas a Europa, fue Grecia, donde no resultaba extraño tener cincuenta chóferes para un solo coche oficial, todo con cargo a la Comunidad europea.
El cerdito que construyó su casa con ramas fue España. Las ramas de construir sin ton ni son edificios vacíos que propiciaban unas Cajas de Ahorros gobernadas por políticos, que regalaban a manos llenas y sin tino el dinero de todos los españoles.
Cuando el lobo de la crisis sopló, el cerdito Grecia fue derribado de un soplo y quedó en la miseria. En España también la casa se vino abajo. De las tres patas de la economía española, la construcción, el turismo y la fabricación de automóviles, la primera cayó y los españoles disminuimos nuestra riqueza en un tercio.
El cerdito que construyó su casa de ladrillo y cemento fue Alemania, que tuvo que sacrificarse durante muchos años para integrar a partir de 1990 a los alemanes de la antigua Alemania Democrática. Y no solo salió adelante sin la ayuda de Europa, sino que hoy es garante de su unidad y su riqueza. Pero no es muy seguro que los otros dos cerditos hayan aprendido la lección. La envidia hacia el laborioso es manifiesta en España y en Grecia, y en vez de aplicarse el cuento y tratar de edificar una casa más sólida, las voces que más se escuchan son las que piden que les regalen la casa.
El lobo y los siete cabritillos .Hermanos Grimm
¿Recordáis el cuento infantil? Un lobo hambriento se quiere comer a los siete cabritillos que una madre ha dejado en su casa al salir a hacer un recado. El lobo llama a la puerta y dice ser su madre, pero su voz ronca le delata, así que se la aclara con yemas de huevo y zumos de frutas e intenta de nuevo que le abran. El cabritillo más pequeño y más desconfiado le pide que enseñe la pata por debajo de la puerta para ver si se trata de su madre. La piel del lobo es negra y la de la madre de los cabritillos blanca, así que le vuelven a negar la entrada. Pero el lobo persiste, se tiñe con harina y ahora sí, entra y se come a los seis mayores.
La voz ronca le salía a Podemos a borbotones cuando alababa al régimen castrista y a Chávez y a Maduro, pero hizo gárgaras con promesas socialdemócratas y atacando la corrupción de los demás partidos y ofreciendo paraísos imposibles. Entonces volvió renovado aunque queriéndose comer de nuevo a la democracia y las libertades, pero le vieron su pata negra ―de hostigamiento a las libertades, de pretender acabar con la prensa privada, con la enseñanza privada, su pata negra de querer controlar las televisiones públicas y privadas, de nacionalizar los bancos, de apoyar a las dictaduras cubana y venezolana, de imponer un totalitarismo en España― por debajo de la puerta así que se retiró a remediarlo vistiéndose de demócratas y liberales y compasivos y buscadores del bien común, y ya con la pata blanca volvió… y le abrieron la puerta y se comió la democracia y las libertades y trajo a España la miseria de Venezuela y su régimen tiránico. ¿Seremos los españoles tan pasivos, indolentes e ignorantes que terminemos abriéndole la puerta?
En el cuento el cabrito más joven se esconde y así se libra de ser comido por el lobo. Junto a la madre raja la tripa del lobo y recobra a sus hermanos. El lobo muere al caer a un pozo por el peso de las piedras que han puesto en su estómago. Los hermanos Grimm acababan con bien los cuentos; en el cuento original todos los cabritillos eran engullidos. ¿Qué cuento nos tocará vivir a nosotros?
El traje nuevo del emperador. Hans Chistian Andersen
Dos truhanes engañaron a un presuntuoso emperador diciéndole que podían fabricar un vestido que le haría invisible a los ojos de los necios. Fingieron ponerle una lujosa prenda, y de esa guisa, desnudo, se presentó el emperador a sus allegados. Estos, que estaban al tanto del asunto, aparentaron verlo ricamente vestido y lo alabaron sin cuento. Al poco, toda la ciudad había oído hablar de la burla del traje. El emperador queriendo lucir su prenda y descubrir los necios de su reino –aunque él mismo no veía el vestido y no quiso reconocerlo porque le haría parecer un estúpido—, salió a desfilar ante el pueblo. Le alabaron sin cesar y le dieron vítores, hasta que la inocencia de un niño descubrió la farsa. Dijo el niño en voz alta: Pero si va desnudo. Y la gente perdió el recato y rió con ganas y burlas hasta decir basta.
El cuento, en esto que no hay discusión posible, le va como anillo al dedo al expresidente del gobierno de España Rodríguez Zapatero. Pero el mismo cuento se puede aplicar en muchas ramas del saber a muchos gentiles hombres en apariencia. En ningún ámbito se atreve la gente a decir las verdades. Se juegan con ello el condumio. Y también en cualquier ámbito se encuentran los necios que dedican su vida a tratar de ver el traje que no existe. En filosofía saben mucho de esto.
Don Fernando, de los tres cuentos el que más veo su similitud con la «politica» es El lobo y los siete cabritos, ya que plasmas lo que realmente ha hecho Podemos y si no andamos listos nos pueda pasar, en cuanto al primero, Los tres cerditos, le has puesto bastante imaginación, yo me quedo con que el que se esfuerza, al final tiene su recompensa y en cuanto al último El nuevo traje del emperador, la hipocresía es la reina de esta sociedad, como por ejemplo facebook un medio desesperante, de gente intentando ser aplaudida y lisonjeada y de gente vitoreando y alabando la mayoría de las veces «necedades».
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Hola amigo, gracias por tus comentarios, aunque para mí, en contra de tu opinión, el más real es el de los tres cerditos, pero de gustos no hay nada escrito. En cuanto al del traje del emperador, es posible verlo en todos los ámbitos hacia donde se mire, pero más en filosofía, donde es norma que todo aquello que resulta oscuro e intragable, es alabado y tenido como obra excelsa. Un saludo
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Ocurrirá, de no abandonarse el camino que lleva al abismo, que el hermano laborioso acabará por abandonar a su suerte al hermanito que levantó castillos en las nubes y al hermanito que construyó sin ton ni son y sin cesar, sin pasarle por la cabeza las funestas consecuencias de su manía edificadora. Los que demandan —y esperan— que les regalen la casa apoyan, naturalmente, al cerdito fantasioso y al cerdito que levanta casas porque no le da por hacer otra cosa. Tienen muy claro que del cerdito laborioso no sacarán nada; no lo quieren ni ver, lo insultan y lo odian. Los demagogos han trazado ya su estrategia y sólo esperan que se den las circunstancias propicias —en España, en su entorno y en el mundo— para hacerse con el Poder y proclamar la República Igualitaria de los Cerditos Felices. Aunque tal vez los seguidores del flautista de Hamelín sean cada vez más, y le abran las puertas al flautista mucho antes, con lo que el cerdito de la casa de ramas se unirá a su hermanito de la casa de paja. Pero además ambos cerditos se han compinchado con el zagal pastor que miente en el pueblo, hasta que nadie lo cree y entonces llega el lobo de verdad. El lobo, taimado, de buena labia y estudiada retórica, se quitará el traje de Papá Noel y mostrará lo que en realidad es: un ogro. Por otra parte, la venta de humo y polvo de nubes ha resultado, siempre que los ríos han andado revueltos, lucrativo y ventajoso. Cuando cocineros y futbolistas acaparan la voz y la consciencia de un país, es que el país carece de voz y de consciencia, de perspectivas de futuro y de rumbo.
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Sí, tal como dices, la república igualitaria de los cerditos felices está ahora muy pregonada y buscada. Pero todas las similares que se pregonaron en el pasado dieron frutos negros y podridos, el totalitarismo, la miseria y las matanzas fueron algunos de estos frutos. El caso es que no se tienen ojos para ver aquellos frutos y ya afilan los cuchillos para el advenimientos de esa fantasía republicana llena de odio. Esperemos que las condiciones económicas abran los ojos de las gentes para ver las mentiras del zagal y el semblante verdadero del ogro.
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Siempre ha sido así, desde luego. Pero la gente carece de “memoria histórica”, en el buen sentido, para ver lo que sólo puede percibir a través de los ojos abiertos de la barriga vacía. Mientras ésta esté llena proliferarán los ‘hobbies’, que sirven para matar el tiempo y vencer el aburrimiento. Cocina fácil para todos, asombro ante la “calidad” del pase que ha dado el futbolista, flautistas y flautas. Que esté llena no impedirá al de Hamelín que siga entonando sus notas y engrosando la columna de secuaces. A veces ocurre —aunque bastante aminorado donde no se ha sufrido durante décadas al ogro— que echa a andar otro flautista que le hace competencia al primero, con lo que los adeptos de uno y otro acaban dándose de mamporrazos; y como los mamporros no pueden ser ni son eternos, al final unos ganan. En la república del cerdito de la casa de paja —reino hasta aquello de los Coroneles— es bastante más probable que suceda antes que en el reino del cerdito de la casa de ramas; pero, sea como sea, ocurrirá de todos modos. Cuando un flautista tiene éxito de ventas le sale competencia. Prosélitos no faltan; aunque sí y por ahora, flautista.
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Amigo Sannio10, siento no haberte contestado antes. El programa envió tu comentario a la bandeja de spam y hoy me he dado cuenta de ello. Lo de la memoria histórica que han impuesto, en vez de servir para enmendar errores y buscar la reconciliación, sirve para los perversos propósitos de volver a caer en los mismos errores y buscar el enfrentamiento, está sirviendo para volver a suscitar el añejo odio que parecía olvidado.
Un saludo
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“Perversos propósitos”, en efecto. Y tan perversos que no se han atrevido —por miedo—, a derogar la ley quienes no la promulgaron. La tal sirve para sacar de sus fosas a los que perdieron la guerra civil y para borrar todo vestigio de los que la ganaron, por lo que actúa como ‘memoria’ para los unos y ‘desmemoria’ para los otros -esto último al más puro estilo de la ‘damnatio memoriæ’ de los romanos. Patético.
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Siempre ha sido así, desde luego. Pero la gente carece de “memoria histórica”, en el buen sentido, para ver lo que sólo puede percibir a través de los ojos abiertos de la barriga vacía. Mientras ésta esté llena proliferarán los ‘hobbies’, que sirven para matar el tiempo y vencer el aburrimiento. Cocina fácil para todos, asombro ante la “calidad” del pase que ha dado el futbolista, flautistas y flautas. Que esté llena no impedirá al de Hamelín que siga entonando sus notas y engrosando la columna de secuaces. A veces ocurre —aunque bastante aminorado donde no se ha sufrido durante décadas al ogro— que echa a andar otro flautista que le hace competencia al primero, con lo que los adeptos de uno y otro acaban dándose de mamporrazos; y como los mamporros no pueden ser ni son eternos, al final unos ganan. En la república del cerdito de la casa de paja —reino hasta aquello de los Coroneles— es bastante más probable que suceda antes que en el reino del cerdito de la casa de ramas; pero, sea como sea, ocurrirá de todos modos. Cuando un flautista tiene éxito de ventas le sale competencia. Prosélitos no faltan; aunque sí y por ahora, flautista.
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Muy buena la entrada Fernando. Has conjuntado con inspiración y humor ácido tus ideas políticas y tus aficiones literarias. A veces no hay nada mejor que un cuento para ilustrar la dura realidad.
Aquí el problema que yo veo que es que los propios cabritillos desean que entre el lobo, pensando que va a devorar a sus hermanos más aplicados y responsables y después repartirá sus pertenencias con ellos. Este sería el cuento de Podemos.
Y por otra parte, no es el rey quien va desnudo, sino todos sus súbditos y por eso nunca vamos a ver un final feliz como el del cuento.
Y para colmo de desgracias, en España hasta el cerdito trabajador se ha dado a la molicie de las subvenciones o se ha ido al extranjero, escarmentado de ver que trabajar aquí solo despierta el rencor y la codicia vengativa de los demás.
Y no hablaré del cuento de la república salvadora ni del de los estados plurinacionales porque eso más que un cuento es una broma macabra.
Saludos.
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Gracias Yack por tus comentarios. No he podido contestarte porque me fui el viernes pasado por las Francias, sin el ordenador, claro, y acabo de volver ahora mismo. No creas que los franceses andan mejor que nosotros, y el tal Melenchon me temo que tiene peores intenciones en Francia que las tienen aquí los dirigentes de Podemos. Con su chaqueta de cuero negra y su pelo cortado al cepillo, me ha recordado a personajes como los comisarios políticos en la guerra civil española, o a Stalin o a Mao o a esa caterva de soviéticos españoles cortados por el mismo patrón. En fin, el Francia, el cerdito trabajador también se está arrepintiendo de serlo.
Saludos
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Me parecen geniales ocurrencias y muy acertadas en la critica.
Saludos Santiago
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Gracias Santiago, el mundo va loco loco
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Creíamos que después de la Segunda Guerra Mundial, el proletariado y sus representantes políticos habían aprendido la lección, pero se está viendo que no fue así, y que es cuestión de suerte que no acabemos cometiendo las mismas locuras, si no peores. El rencor y la envidia, huérfanas de la sensatez, siguen siendo los motores de las decisiones democráticas y la crisis ha dado combustible abundante a esos instintos autodestructivos.
En fin, ya veremos en que acaba todo esto.
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Hola Yack, los instintos autodestructivos de que hablas se están afilando. Parece que no aprendamos nada, o al menos hay mucha gente interesada en que se olvide lo aprendido.
Saludos
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