Las fábulas clásicas y la política

gallina huevosoro

 

La gallina de los huevos de oro. Esopo. Samaniego. La Fontaine

Cuentan que un hombre tenía una gallina que ponía huevos de oro, pero el brillo de la riqueza le acrecentó su ambición hasta el extremo de imaginar que se haría rico matándola y extrayendo la gran cantidad de huevos que debía albergar en sus entrañas. Así lo hizo y perdió la riqueza que obtenía con cada huevo.

Como muy pocas fábulas logran, ésta muestra lo inquietante de la falta de cordura humana; muestra lo ilusorio de nuestras ideas; muestra lo trágico y descerebrado de nuestro proceder.

Conozco profesores universitarios, investigadores científicos con capacidad demostrada, conozco individuos que en sus labores emplean razonamientos apabullantes, conozco sujetos con una inteligencia fría como el hielo…, y, sin embargo, resulta fácil encontrar entre ellos a muchos ciegos de ambición y deseo que pretenden matar a la gallina de los huevos de oro. Incluso me atrevería a decir que son mayoritarios los que albergan dicho propósito.

En un blog de contrastada calidad intelectiva y literaria, no hace mucho apareció una propuesta que fue de forma entusiasta aceptada y alabada por los diversos comentaristas: “Si se repartieran las riquezas del país entre todos los españoles, todos seríamos ricos y dichosos”. Otro de los contertulios, no contento, propuso repartir la riqueza de Amancio Ortega (el dueño de Inditex, uno de los dos o tres hombres más ricos del mundo) entre los empleados.

Y lo dicho provenía de gente con capacidad intelectual demostrada ―aunque con experiencia escasa―pero, claramente, con una absoluta falta de previsión lógica para el futuro. Ignoran lo que es factible y colocan en su lugar lo deseable. Con desearlo ya vale, se cumplirá, piensan. De nada les sirve saber que las experiencias cooperativistas han fracasado en España una tras otra; de nada les sirve saber que en todo lugar en donde se implantó el igualitarismo o se estuvo en ciernes de ello, la cosa concluyó en desastre; de nada les sirve saber que Amancio Ortega salió de la nada y con sus capacidades y su esfuerzo ha conseguido crear decenas de miles de puestos de trabajo… De nada les vale saber todo eso porque el deseo de destripar a la gallina y repartirse sus huevos de oro les ciega. Cuando la maten y se la coman y encuentren que no tenía huevos de oro en sus entrañas y sobrevenga la miseria, se preguntarán ―tal como otros muchos hicieron en situaciones históricas parecidas―, y ahora qué hacemos.

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El alacrán y la rana. Esopo

Cuenta esta fábula que un alacrán le pide a una rana que le ayude a cruzar el río. La rana, ignorante, bondadosa –o  quizá con temor a negarse—, carga con el alacrán a sus espaldas. A mitad del trayecto el alacrán pica a la rana. ¿Por qué me picas y me matas a mí que te he ayudado?, dice la rana muriendo, a lo que el alacrán responde: no lo pude evitar, está en mi naturaleza.

¿Cuántas veces no ha picado el alacrán del nacionalismo catalán o vasco a las sucesivas ranas que han gobernado España?, ¡Y todavía no se han enterado éstas que picar está en su naturaleza! Desde la Transición democrática española los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP han transigido con las constantes exigencias, insultos y desprecios que les han propinado los nacionalismos catalán y vasco, y han seguido inclinándose ante ellos. No saben, ignoran, son cortos de miras, o van a su simple interés inmediato, que en la naturaleza del nacionalismo está el hacerse la víctima y exigir siempre más de lo que se le ofrezca; que su esencia es, como la del alacrán, picar a quienes les ayudan a mantenerse a flote. En cuanto dejaran de picar, desaparecerían del mapa político, así que ninguna ayuda que se les ofrezca hará que dejen su aguijón tranquilo.

La respuesta nacionalista a las innumerables claudicaciones de los gobiernos centrales ha sido la de aumentar sus exigencias, su victimismo, su despilfarro, su saltarse las leyes del Estado, el aumento de sus mentiras y de su propaganda contra España. Ahora mismo, ante el envite separatista y su burla hacia las instituciones españolas, el gobierno del PP les regala cuatro mil millones de euros extras, les promete la construcción del Corredor Mediterráneo, y se hace garante de la inmensa deuda que han acumulado en robos y despilfarros. La próxima picadura será mortal, y la rana del gobierno central preguntará angustiada: ¿por qué me has picado si te he complacido en todo cuanto pides?

 

 

 

2 comentarios en “Las fábulas clásicas y la política

  1. Muy buena estas interpretaciones de los cuentos clásicos aplicados a nuestra realidad social.

    Se te ha olvidado añadir que la rana, herida de muerte, le pregunta al alacrán: ¿pero no te das cuenta de que, matándome a mí, tú también te ahogas?
    Y es que el separatismo es algo tan ajeno a la cordura y la racionalidad que pone en riesgo la propia supervivencia y prosperidad de sus afiliados frente a la urgencia de dar satisfacción al odio irrefrenable e irracional que surge desde sus más oscuras neuronas tribales.

    Los más perjudicados en la inmersión lingüística son ellos mismos y si se separan de España, se quedarán a la deriva con una deuda gigantesca sobre sus espaldas en manos de unos psicópatas cleptómanos. Pero el odio puede más, sobre todo si no existe una inteligencia que lo compense en benéfico del cálculo egoísta. Esta gente ha sustituido la inteligencia por el odio.

    Y el cuento de la gallina de los huevos de oro, tal como tú lo has planteado, pone de manifiesto que, en España, la mayoría de la gente, no importando su inteligencia o cultura, no ha llegado a entender que hace ya miles de años que dejamos de vivir en una economía de recolección y reparto y que la riqueza creciente de que disfruta nuestra especie proviene de las mentes privilegiadas (las famosas gallinas de los huevos de oro). Y que, por tanto, lo más inteligente que podemos hacer es alimentarlas y cuidarlas para que pongan tantos huevos como sea posible, en lugar de perseguirlas y esquilmarlas.

    Saludos cordiales.

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    • Tanto es así como dices, que, de hacerse independientes y no tener a ninguna España contra quien verter su odio la verterían contra sí mismos y aquello se convertiría en una dictadura nacionalista. Y por la izquierda, su sin desmayo luchar contra la excelencia y la laboriosidad, en caso de lograr sus propósitos de matar a la gallina de los huevos de oro, traerían la miseria más absoluta.
      Afectuosos saludo

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