EL DIABLO SE ESCONDE EN LOS DETALLES

1.-LAS DOS CLASES

Marx estableció entre los suyos que la historia del mundo era la historia de la lucha de clases. ¿Qué clases son éstas? Solo habla de dos, la de los burgueses y la de los proletarios, o, atendiendo a las relaciones de dominio, la de los dominantes y la de los dominados. Ahora bien, en ningún lugar ofrece una definición clara del término ‘clase’. Considerando que en las dos sociedades más industrializadas por aquel entonces, Inglaterra y Alemania, el número de agricultores propietarios tenía una magnitud similar a de empleados en las fábricas industrial, ¿en qué clase deberíamos incrustar a aquellos labriegos?, ¿y a los tenderos propietarios?, ¿y a los médicos?, ¿y a los funcionarios?… Y ya puestos a considerar, consideremos cualquier sociedad histórica previa o posterior a aquella en que vivió Marx, con jerarquías de dominio escalonadas en la que la mayoría de la población se encuentra en estadios intermedios. Sobre cualquiera que se encuentre en alguna de esas parcelas intermedias, ejercen sobre él dominio los situados ‘más arriba’ pero él ejerce dominio sobre los situados ‘más abajo’, ¿en cuál de las dos clases le incluimos?

Solo al final del tercer tomo de El Capital, Marx parece reconocer —y solventa ese reconocimiento en página y media— que le resulta complicado dilucidar a qué clase pertenecen algunos ciudadanos que ejercen una profesión liberal  o que regentan su propio y pequeño negocio. Todo parece indicar que Marx percibió que a lo largo de la historia siempre existió un conflicto de unos contra otros por el dominio, así que, para abreviar la cuestión y poder manejar el conflicto mediante las artimañas de la dialéctica hegeliana, embutió a todos en dos únicas clases, dos clases que, según él, surgen de las relaciones económicas sociales. Pero, con tan solo examinar ligeramente el asunto, en el conflicto de dominio intervienen la envidia, la impotencia, el resentimiento, el deseo de sobresalir sobre los demás…, algo que Marx ignoró o no tomó en cuenta o simplemente desconocía la naturaleza humana.

2.- DEL PSICOANÁLISIS

El psicoanálisis justifica al psicoanálisis, sin refutación posible. Por tales y otras razones carece de cualquier validez científica.

La eficacia del psicólogo ante su paciente radica en que éste pierde su pudor, se desnuda ante el profesional y le muestra sus llagas superficiales. Pero suele suceder que el psicólogo es corto de vista o carece de las gafas adecuadas para escrutar el interior de las heridas.

3.-LA NATURALEZA CUÁNTICA EN EL EXPERIMENTO DE LA DOBLE RENDIJA

El experimento de la doble rendija es un clásico de la física. Fue ideado por Thomas Young a principios del siglo XIX para dilucidar si la luz es de naturaleza corpuscular u ondulatoria. Al hacer pasar la luz por las rendijas de la figura se produce en la pantalla posterior, donde incide la luz tras atravesar las rendijas, figuras de interferencia ondulatoria, demostrando, así, que la luz se comporta como si fuera una onda que se propaga en el espacio. Lo curioso vino cuando el experimento se reformuló bajo la óptica de la mecánica cuántica; y no solo se ha realizado el ensayo con luz, sino también con electrones, neutrones y moléculas mayores. En todos estos casos, con el esquema del dibujo, se produce interferencia ondulatoria. Esto es, las partículas se comportan como ondas además de comportarse como corpúsculos.

Ahora viene lo curioso. Si colocamos un contador de partículas delante de las rendijas para comprobar por cuál de las dos rendijas pasan las partículas (sean éstas fotones de luz, electrones, neutrones u otras partículas con mayor masa), la interferencia se destruye, es decir, desaparece el carácter ondulatorio. Tal ocurre, aunque las partículas se envíen una a una por las rendijas.

Como afirmó Richard Feynman, es un fenómeno que encierra el corazón de la mecánica cuántica.

Resumiendo: sin contadores (esto es, sin un observador que pueda distinguir los caminos por los que transcurren las partículas) las partículas se comportan como ondas; con el contador, se comportan como corpúsculos. Así que el observador interviene en el fenómeno. De donde se deriva que el mundo ahí fuera no es independiente de nosotros. Ahora bien, este asunción de la mecánica cuántico es distinta a la premisa del idealismo: suponer que la realidad es un constructo de nuestra mente. ¡Que nadie se lleve a engaño!

Herencia moral y civilización

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La moral de un grupo humano y su cultura están tan íntimamente entrelazadas que tales términos resultan sinónimos en muchos casos. Pero no voy a hablar de cultura o de moral, sino de su influjo sobre el modo de vida, la actitud ante el trabajo y el grado de desarrollo económico y social de diferentes sociedades. Podemos considerar la moral social como el conjunto de reglas y creencias que inclinan a los individuos a obrar –de manera consciente o inconsciente—de un cierto modo so pena de ser reprobados o reprendidos por los demás o por uno mismo si su obrar ha producido. De tal consideración se deduce que los usos y costumbres sociales también se hallan incluidos en la moral.

Ahora nos preguntamos, ¿qué influencia tiene la moral, tal como se ha expuesto, en las sociedades de nuestros días, aparte de la obvia de regular la convivencia en los grupos humanos?, ¿tiene que ver con el contraste que se observa en el modo de vida y en la riqueza de unos países y otros? A eso me refiero, ¿es responsable la herencia moral de los norteamericanos y de los argelinos de sus diferencias sociales y económicas –además de la influencia del factor hábitat y clima, tan distintos en esos países?

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Presentemos primeramente a los países islámicos. Desde el siglo VII en que se fundó el Islam hasta el siglo XI en que las posturas religiosas más rígidas en la interpretación del Corán se impusieron como doctrina, los países islámicos y sus gentes hicieron gala de gran vitalidad artística, científica y comercial. Enumero algunos de sus logros matemáticos: la numeración arábiga; la utilización del cero; las fracciones decimales y sexagesimales; la extracción de raíces cúbicas; el  Binomio de Newton ( Omar Kayyam); el mismo Kayyam halla la Regla de Ruffini (que no se hallaría en Occidente hasta el siglo XIX); las operaciones con radicales y potencias (Al-Khawarizmi); la Teoría de la Razón Compuesta (Kayyam); las solución a las ecuaciones de segundo grado (al-Khwarizmi); las Ecuaciones cúbicas (al-khazin); la solución a las ecuaciones cúbicas mediante la intersección de secciones cónicas (Kayyam); el valor del número pi con seis cifras decimales correctas… Y a ello le tendríamos que añadir sus grandes logros en poesía, filosofía, comercio, industria… Hoy en día, apenas unos pocos países islámicos,  Túnez, Egipto, Indonesia y Malasia –y gracias a otras herencias culturales y religiosas que obran en ellos—se puede decir que están saliendo de su secular encapsulamiento, tan alejado de la modernidad y el progreso.

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El calvinismo surgió como una rigurosa doctrina protestante que se distinguía doctrinalmente por la creencia en la predestinación de las gentes desde el instante de su nacimiento. Pero cobra aquí su importancia porque infundió una laboriosidad sistemática en el creyente y un signo para reconocer quién era o no elegido por la Gracia divina: el tener éxito en la vida. El ansia por el éxito desató la competitividad social y promovió la aparición del capitalismo tal como lo conocemos. Todos los países en los que dejó su impronta se convirtieron en países ricos donde se multiplicó la industria y el comercio. ¿Qué países fueron estos? Holanda, Gran Bretaña, EEUU y Suiza, principalmente. Tal vez sea éste el ejemplo más claro de cómo una creencia moral influye en la vida y en el progreso económico de una sociedad. Vayamos a una moral similar en muchos aspectos al calvinismo: el luteranismo.

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El luteranismo presenta una rigidez moral semejante al calvinismo y también aboga por la laboriosidad como método para superar la angustia existencial, pero, contrariamente a este último, consideraba la movilidad social perniciosa y se supeditó al poder de los príncipes. El norte de Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia, fueron los países más representativos del luteranismo. Hoy en día lo religioso está prácticamente excluido de ellos, pero la herencia moral en lo relativo al espíritu de trabajo, al respeto a la autoridad y a la importancia de la comunidad sigue vigente. De ahí la estabilidad social de que gozan.

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En cuanto a los países del sur de Europa: Grecia, Italia, España y Portugal, ¿cuál es la herencia moral que han recibido?… Cuestión compleja es este caso. Todos ellos tienen una historia de conquista e imperio (Bizancio se mantuvo durante mil años como imperio griego) que no fueron eficaces a nivel económico; todos esos países arrastran consigo también una larga estela de luchas y de arduas convivencias con otros pueblos y consigo mismo. Respecto a lo religioso, más que una tradición de devociones podemos hablar de resignado sometimiento al poder del catolicismo (ortodoxo en caso de Grecia). Tal historia de resignación ha germinado una falta de espíritu comunitario a la vez que un fuerte individualismo que desemboca frecuentemente en un carácter nihilista, pero a la vez hay orgullo por el pasado; y si juntamos todas esas contradicciones de carácter obtenemos un individuo resabiado que aspira aún a ser rentista e hidalgo y que no termina de ver con buenos ojos al emprendedor. Sin embargo, contra su voluntad, su individualismo obliga a las gentes a competir, y si no fuera porque esperan que el Estado les resuelva todos sus problemas, tal como antes esperaban que se los resolviese la Iglesia o el poder real, no dudo que asomarían más la cabeza.

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La herencia recibida por los iberoamericanos está impregnada de todo lo dicho en el párrafo anterior, y si la mezclamos con la herencia indígena el cóctel puede ser explosivo o de exquisito sabor, según cuánto se le agite y según la cantidad de ingrediente indígena que contenga. Esa herencia, dual al menos, no se ha soldado en la mayoría de los países hispanoamericanos, y en algunos no está siquiera integrada, debido a lo cual se han generado clases sociales y estilos de vida muy diferenciados. Hay implantado en todo Hispanoamérica una queja y un ansia de revancha que hasta que no se mitigue va a impedir mirar hacia adelante. Cuando un país como Chile intenta mitigarlas, las fuerzas de la negación cargan contra él con todas sus fuerzas, tal como vimos recientemente. Toda Latinoamérica tendrá que resolver sus contradicciones si no quiere que su tren de la historia descarrile.

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El país cuyo tren de progreso marcha en tren ultrarrápido es China. Claro es que se trata de una dictadura autora de la mayor represión existente en el mundo y de los mayores crímenes. Por cada cien habitantes uno es un miembro del partido (el comunista) y se encarga, en labores de comisario político, de vigilar y controlar a los noventa y nueve restantes. ¿Qué ha ocurrido en China durante los últimos treinta años para que la economía se dispare? Que ha implantado el modelo de libre mercado, el modelo capitalista en lo económico, pero comunista en lo político. ¿Solo eso? No. Existía, latiendo en el corazón de sus gentes, una moral milenaria que al liberarse de la represión del sistema estamental del imperio chino y ahora de la atadura del “todos iguales” ha dado rienda suelta a la libertad de obrar en provecho propio, al egoísmo en lo económico, provocando ese crecimiento desbocado que observamos.  ¿Qué moral es ésta? Bebe de dos fuentes, el respeto a los ancestros que pone a la familia en la cima de los valores, y la vieja doctrina de Confucio, que exalta la diligencia en el trabajo, la laboriosidad, la organización y su respeto sumiso a ella. Con tales mimbres y con libertad en lo económico, China da pasos de gigante hacia el encumbramiento de su poder. Otra cosa distinta es la felicidad de las gentes y las tensiones que puedan generarse en el futuro.

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Pero quizás el caso que refleja como ningún otro la influencia de la moral social en el modo de vida y en el progreso de las gentes, tanto a nivel social como individual, es el caso judío. Los educados en la moral, en  la ritualidad y la tradición judías han jalonado el siglo XX con los hitos más importantes en cualquier rama del saber. Karl Marx, Einstein, Von Neumann

George Cantor, Norbert Wiener, Helbert Marcuse, Karl Popper, Henry Bergson, Noam Chomsky, Ludwig Wittgenstein, Paul Samuelson, Milton Friedmn, Frank Kafka, Marcel Proust, Freud,  Gustav Mahler, Bob Dylan, Leonard Cohen… son una muestra escasísima de todos esos gigantes del saber (Incluso en cuanto a ser revolucionarios, Antonio Escohotado nos dice que –por reacción-adaptación al medio—durante el primer cuarto del siglo XX el 94% de los revolucionarios era de origen judío). ¿A qué se debe tal vitalidad intelectiva? No me cabe duda de que a la educación y a las tradiciones, que desembocan en el amor al conocimiento.

En fin, he querido poner de relieve que en buena medida lo que somos y construimos lo hacemos con la herencia cultural y moral que nos dejaron nuestros antepasados. Hoy –creo que desgraciadamente para la humanidad—cunde una tendencia a borrar el pasado y las tradiciones y valores a él asociadas. Hoy se trata de hacer de las conciencias una tabla rasa donde no quepa historia ni moral ni cultura; de esa manera, dicen, correrán mejor los aires que traen los nuevos tiempos. Me temo que una síntesis de las distopías narradas en los libros 1984 y Un mundo feliz, llega para atraparnos.

 

Los secretos de las piedras

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Una vez más Eugenio Monesma ha tenido el singular arte de divulgar de forma amena  la cultura popular de los pueblos de Aragón con bellas imágenes pero, también, con atrevimiento y fundamentación. Los Secretos de las piedras es una serie de documentales que se emiten en TV Aragón, y cuyo argumento principal desarrolla un descubrimiento etnológico de gran calado de  Manuel Benito Moliner, quien poco antes de que nos abandonara acertó a señalar en amplias zonas del Alto Aragón una serie de estrechas cuevas en forma de útero en las cuales y durante  el Neolítico se ejercieron rituales de fertilidad.

A Eugenio Monesma le debe Aragón y España entera el rescate del olvido que hizo de los antiguos oficios desaparecidos o a punto de desaparecer a través de sus series documentales Los oficios perdidos, pero su quehacer ha ido mucho más allá, desde series sobre la gastronomía popular o el vestido tradicional, hasta la magnífica serie sobre las consecuencias de la Guerra Civil, Las ilusiones perdidas, o un interesantísimo documental sobre Sender, o sobre los Maquis, o sobre el maestro rural. Cuando su primo Manuel Benito nos dejó, no quiso que el manto del olvido se desplegara sobre la ese gran descubrimiento –que el tiempo resaltará al relieve merecido– etnográfico cuya singularidad es casi absoluta (pues sólo en la isla de Malta existen cuevas en forma de útero con esa misma  funcionalidad ritual reproductora), y se puso manos a la obra para divulgarlo junto a otros interesantes reportajes que tienen a la piedra y a la cultura popular del Alto Aragón como elementos significativos.

La serie se puede ver en TVAragón/alacarta.