Victimismo
Se han desatado los reprimidos instintos: negros contra blancos, musulmanes contra cristianos, pobres contra ricos, mujeres contra hombres, veganos contra carnívoros…el lucrativo negocio de hacerse la víctima
Filosofía
La misión y finalidad de la filosofía se ha considerado siempre la de desvelar el mundo, esto es, la de encontrar la verdad, la de hacer inteligible la realidad, la de aclarar. Sin embargo, la filosofía más al uso se esmera en enturbiar. Ante la impotencia para aclarar, se decanta por enturbiar; así la pesca de merluzos resulta más cuantiosa. Si lo que pretendía la filosofía era aclarar las aguas del río de la realidad para ver su fondo, ahora no pretende otra cosa que enturbiar para que solo se puedan ver los reflejos del sol en su superficie. Esa filosofía no busca desvelar la verdad, sino encontrar feligreses.
¿Fraude?
¿Qué parte de fraude, qué parte de sugestión, de intereses foráneos al valor artístico, de engaño, de genio, de innovación, de moda… confluyen para que una obra o un autor sean considerados de gran valor?
SENTENCIAS
1.-Los sueños son correos cifrados que nos el subconsciente
2.-Quien descubre la entraña humana es apartado del mundo
3.-Para que una idea —¡o una ideología! — triunfe, necesita una guardia pretoriana y un regimiento de sans-culottes
4.-La voluntad es el anclaje de una voz interior que impele a una misión, resistiendo vientos, mareas y cantos de sirena que intentan desviarte del camino.
5.-La envidia, la bestia rojiza que te susurra al oído maldades contra aquel con quien te comparas y te sientes rebajado.
6.-Internet ha recubierto el mundo de un extraño pavimento de ojos furtivos que nos vigilan a cada paso
7.-Por mucho que ensalcemos la razón, nuestro sistema de creencias se sitúa siempre en el bando del pensamiento mágico
8.-Conocemos a través de espejos. Nuestras ideas son meros espejismos de la realidad
9.- El tiempo esculpe vivencias que transfiguran nuestro espíritu
10.-Sin cooperación, la vida es un calvario de soledades; sin competición, es una estéril y pedregosa planicie.
11.-La realidad es ingrata, por esa razón huimos hacia la ilusión.
12.-Todas las ideologías exigen vasallaje.
13.-El temor a la reciprocidad de situaciones goza de una potencia tal que nos hace compasivos, místicos, animalistas, jainistas…
14.-Los metafísicos gozan pintando fantasmas en la niebla
La cultura
La cultura fue siempre una manifestación de las élites para las élites. Tenía la virtud de que enganchaba a ella el interés de la población por el conocimiento y por participar del aprecio cultural. Había hambre de conocimiento y hambre de saber identificar el arte y gozar de él. Así que la cultura se hizo objeto de veneración.
Sin embargo, durante el último tercio del siglo pasado, las doctrinas igualitarias lanzaron desde el arte y la filosofía un feroz rechazo contra el elitismo en la cultura. Se dejó de requerir que las obras culturales gozasen de excelsitud. A las nuevas obras no se les exigía poseer mucha calidad artística para ingresar con todos los honores en el panteón cultural. Así que, la cultura, que anteriormente iba dirigida a las dichas élites para consumo propio y admiración ajena, fue dirigida ahora a las clases medias. Pero en el siglo XXI la desvalorización cultural ha ido en aumento y agradar la chabacanería de las masas se ha convertido en requisito indispensable para que una manifestación pueda ser tildada de cultural. Cualquier locura, cualquier absurdo, cualquier extravío se pone hoy de moda y se eleva a altar del arte o la cultura. El mundo juvenil se ha liberado de los corsés de la belleza, del buen gusto, de la inteligencia, del sentido común. Para darse cuenta de ello solo hay que echar un vistazo al festival de Eurovisión.
Ahora se llama teatro a cuatro payasadas sin tino sobre un escenario; se llama danza a cuatro jóvenes en bragas contorneándose ante un público erotizado. De modo parecido, el pensamiento ha sufrido también su devaluación. Hoy las simplezas y las estupideces que salen de la boca de ‘los apóstoles ideológicos’ se consideran mensajes profundos.
Todo el carrusel de lo que se determina hoy en día como cultural, se lanza hacia las masas hambrientas de morbo. Así que esas masas elevan cualquier memez — sobre todo si viene arropado por una ideología— a la categoría de arte. De modo semejante, se rechaza la evidencia y la necesidad de prueba para establecer una verdad. Solo el ‘sí ideológico’ la determina. Hoy en día solo se acepta como verdad lo que ha sido proclamado dogma ideológico. La mansa demanda y la ideología la contenta.
Con tales devaluaciones —como cuando Prometeo entregó el fuego a los hombres o cuando Pandora abrió la caja de las desgracias que desde entonces asolan el mundo—, la locura ha hecho presa de las masas: cientos de supuestos idiomas ‘reviven’ de su prematura muerte o, incluso, de su inexistencia; se desata la locura climática, una nueva Inquisición pugna por linchar a todo discrepante o heterodoxo… y, en resumen, lo burdo y lo simple se tachan de excelso y el dogma de ‘verdad’.
Sumergirse en el gentío
Si te abruma el gentío, si rechazas la multitud porque en ella te sientes parte de un enjambre, sin alma propia (a menos que la muchedumbre se haya reunido para adorarte); si ves reflejado en la sonrisa comunal el ridículo, si sientes la muchedumbre como una amenaza, si te ves intimidado por ella, zarandeado anímicamente por su presencia, es mejor que te rebajes al colectivo, que te conviertas en su igual, que seas masa y te reconozcas en ella como parte de un solo cuerpo. Es mejor que participes de su ánimo y de su emoción comunal, es mejor que, por ósmosis anímica, asciendas por las venas de la muchedumbre y pases a ser sangre de su sangre.